CAYÓ UNA AVIONETA LLENA DE BILLETES

En otro artículo les anticipamos algunos datos sobre lo sucedido en los potreros de la hacienda La Rinconada. A mediados del siglo pasado, se produjo algo insólito; cayó un avión lleno de dinero. Así como lo lee; un avión lleno de billetes se precipitó a tierra. Unos decían que era dinero para pagar la nómina de los empleados de la Provincia del Carchi, otros que estaban llevándose la plata “robada” del erario nacional.

La cuestión es que, este hecho causó conmoción en el sector. Muchos se apoderaron de grandes cantidades de dinero, otros se contentaron con los billetes quemados y, el cura del pueblo, furibundo, excomulgó, anticipadamente, a los “ladrones”, si no le iban a dejar los cajones de plata a su despacho para tenerlos en custodia, y, claro, se hacían acreedores a la absolución. 

Después se supo que se trataba de un avión de AREA, que volaba a Tulcán cargado de siete millones de sucres destinados al Banco Central de la Provincia del Carchi.

Fue un viernes 11 de junio de 1954, a las diez y media de la mañana cuando se produjo el accidente en los potreros de “El Salado”, de la hacienda “La Rinconada”, cerca a la ciudad de El Ángel. 

Las personas directamente involucradas y que llevaron la peor parte, fueron; el capitán Gonzalo Dávalos piloto de la nave, y el señor Nelson Maldonado, empleado del Banco Central del Ecuador, encargado de custodiar el dinero.

Venía en llamas, dijo un testigo, y en seguida se escuchó un tremendo ruido y el humo negro que salía, allá, en los potreros de la hacienda. Cientos de gentes que corrían; los mayordomos y escribientes, pasaban a caballo, a todo galope.

Las primeras personas que lograron llegar al sitio del siniestro, comprobaron que el piloto, estaba carbonizado, entre los hierros destrozados de la nave, y el señor Maldonado, que, fue rescatado con vida, tenía graves quemaduras, especialmente, en la garganta. Inmediatamente fue trasladado a la ciudad de Ibarra. 

En torno a este hecho lamentable, se tejieron mil y más historias y se juraba que; fulano, zutano y perengano, salieron de la pobreza porque les cayo la plata desde el cielo, otros, del susto, devolvieron los billetes y con los años se quejaban de lo “pendejos” que fueron. Los demás guardaron los billetes para utilizarlos, poco a poco, y así, despistar y que nadie se de cuenta. También llegaron los pesquisas y requisaron el dinero que pudieron, pero, que los billetes se esfumaron.

En fin, esa lluvia de billetes que mojo a muchos; los vieron florecer en propiedades y lujos. Algunos hicieron nuevos potreros con la esperanza de que allí caiga otro montón de plata.

Fotografía: DAR



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