LOS NEGROS DE LA CUENCA DEL RÍO MIRA


La cuenca que forma el río Coangue, luego denominado Mira, con todos sus afluentes fue sitio propicio para la constitución de grandes haciendas. A partir de la conquista española las tierras más ricas del te­rrito­rio (de lo que hoy es Ecuador) fueron dis­tribuidas, primero, en base a la con­tribu­ción mayor o menor que hicieron los españo­les a la consolidación de la con­quista.

Esta depresión geográfica (valle andino) permite que se produzcan varios subtipos de clima que van del cálido seco al cálido húmedo, conforme avanza a la región de la costa. En la actualidad este territorio incluye a la provincias de Carchi (cantones Mira y Bolívar) e Imbabura (cantones Ibarra y Pimampiro).

La cercanía del valle a la Villa de Ibarra constituyó un impulso para producir y vender, al igual que "la cercanía" al Puerto de San Lorenzo "El Pailón", al que se co­mu­nicaba por el camino de "Malbucho", ale­ntó la comercialización con el exterior.

La mano de obra indígena, inicial, sirvió para mantener los cultivos de cítricos, caña de azúcar, añil, uva, plátano, yuca, algodón y hortalizas; actividades ganaderas (vacuno, caballar y burros); trapiches (fa­bricación de alcohol y panela); extrac­ción de minerales (sal y salitre) y obra­jes. El clima insano y el exceso de traba­jo diezmaron a los nativos y llegó un momen­to en el que fue necesario sustituirlos por los negros que desde entonces (inicios del siglo XVII) y por generaciones han hecho del lugar su hábitat. Se mantuvieron como esclavos, trabajadores libres y ahora en su mayoría, dueños de la tierra y agri­cultores esforzados que constituyen un grupo social con características propias.

El negro de la sierra norte procede en su corriente inicial de África y luego de los intercambios con los introducidos o nacidos en sitios cercanos o en América.

(Arboleda, 1950) manifiesta que: "... Los LU­CUMI o YORUBA (son) de Nigeria,; los MINA, gente traída de San José de Mina, una fac­toría en el territorio Faute en la Costa de Oro; los CHAMBAS, de Nigeria; los CARABALI, es la designación dada a la gente sacada de la Costa de Calabar en Nige­ria; los BAMBA­RA, un sub-grupo de los Man­destan del Alto Senegal en la Guinea Fran­cesa; los GUANGUI, gente del río Niger en Nigeria; los MONDON­GOS, del Congo; la tri­bu MANDINGA de Sudán Francés. De éstos los CARABALI y los MAN­DINGA se mencionan como gente intolerable y no apetecidos como esclavos", referencia que hace para anali­zar el origen del negro colombiano, pero que concuerda con apelli­dos de la zona del Mira, así; Chala, Jolle­co, Lucumi, Mante­ca, Mondongo, Tadeo, San­di, Carabali, Co­lorado, Mina, Mandinga.

Por su parte (Rumazo, 1979) indica que posi­blemente los negros que fueron traídos al Ecuador en su mayoría, procedían de Guinea y del Congo, en general los llamaban "CA­CHEOS" por haber sido embarcados en Puerto Cacheo, de Guinea. Estos negros eran los más estimados por los españoles por ser de trabajo, agudo genio y apren­dían con faci­lidad el nuevo idioma, por lo tanto su cos­to era superior a los otros.

Es importante indicar que en Guinea y Ango­la se hablaba 264 dialectos sudaneses y 182 dialectos bantúes y al no comprender su idioma los bautizaban con nombres al azar y con apellidos que hacían refe­rencia al sitio de procedencia.

A. RELACION DEL NEGRO CON LA HACIENDA

Muchas haciendas se constituyeron a las márgenes del río Coangue y los negros escla­vos fueron mantenidos en ellas e incluso, en algunos casos, internados a zonas frías como Tuzcuasa.

Entre las haciendas podemos mencionar: Cal­dera, Tumbabiro, Tumbatu, Chalguayacu, Pi­quiucho, Pusir, Carpuela, Chota, Mascarilla, Puebloviejo, San Nicolás, Pisquer, Piquer, Santiaguillo, Salinas, Pilanquí, Cuajara, Naranjal, Cabuyal, Santa Lucía, Chamanal, San Pablo, Lachas, La Concep­ción, Santa Ana, Santiago, Savilar, entre otras. Algunos nombres se mantienen y han dado origen a poblados actuales.

Como esclavos su relación fue limitada a entregar su fuerza de trabajo a cambio de su manutención. Se les asignaba un corto espacio de terreno para que sirva de ayuda para su alimentación.

(Stutzman, 1976) dice: "Por el año 1659, sabe­mos que los jesuitas tuvieron 122 esclavos en sus haciendas situadas cerca de Pimampiro, y que entre ellos había 31 hom­bres, 32 mujeres y 59 niños. el número de esclavos creció a medida que los africanos reempla­zaron a los indígenas como campesi­nos del valle. El año de 1767, cuando los jesuitas fueron expulsados de América, tenían 10 haciendas y 1760 esclavos en el Chota", más adelante dice: "Un censo colo­nial nos indi­ca que había 2.553 esclavos negros en toda la tierra de la sierra en el año 1781", y en 1825 en la Gran Colom­bia sumaban 6.804 esclavos en el Departa­mento del Sur (hoy Ecuador).

Las haciendas; La Concepción con la Loma Grande y San Judas; Santa Lucía con Chamanal; Tumbabiro; Cotacachi con la Calera; La Laguna con Agualongo; Cuchi con Chirabi y el "publecito" de Chapi; Carpuela con Chal­guayaco y Caldera; Santiago; Cuajara; Pis­quer; Chorlaví; Lulumquí, fueron pro­piedad de los jesuitas, constituyéndose como lo más poderosos terratenientes de la zona.

El 31 de enero de 1778, se da a conocer un reglamento o "tarifa" de trabajo (Ecuador, 1798), que con seguridad no se cumpliría y los excesos serían diarios ya que muchos documentos sobre abusos se encuentran en los archivos.

"Las tareas y faenas diarias se han de arr­eglar a cuarenta guachos en invierno y cin­cuenta o sesenta en verano como a sido costumbre".

"Los Domingos no se le ha de tocar la campa­na hasta las seis para tengan la faena que es la que barren la casa".

"En los mismos días Domingos se les ha de permitir que trabajen las Chagras con palas de la Hzda. como ha sido costumbre".

"Se le ha de dar la cachaza que acostumbra­ban para su mantención".

"Item se les ha de contribuir a las Paridas la miel que ha sido costumbre".

"No se les embarazará al que vendan los plá­tanos en su chagras".

"Se les dará cada semana el almu de mays que se acostumbraba, y cuando haga falta se de alguna cossa equivalente".

"Las preñadas en seis meses para adelante no deberán salir al trabajo de faena".

"Las que tuvieren mellizos no deberán salir al trabajo hasta que los desteten".

"A los que no tiene palas no se le deberá quitar todos los días, para que puedan tra­bajar sus chagras como a ssido costumbre después de acabada la tarea de la ha­cien­da". (Ecuador, 1798).

El corte de caña tenía el horario normal desde las cinco de la mañana a las cinco de la tarde.

Esta orden se dio para la hacienda La Concepción que por concepto de temporalidades manejaba el Dr. Andrés Salvador. Irónica­mente se disponía que la tarifa se coloque en un lugar visible, ¿para que lean los es­clavos?.

Lo anterior nos da una idea general de como era la vida de los esclavos.

Un grupo de privilegio estaba constituido por los negros de confianza del hacendado que eran nombrados como capitanes y mandones.

En 1798 Mariano Chiriboga, hijo del entonces dueño de la hacienda La Concepción di­ce: (Ecuador, 1798) refiriéndose a los negros; "... daban poco o nada arreglo en lo espiritual, vivían en un libertinaje de escandalosos adulterios, cambiados de mu­jeres, obsenida­des espantosas, de estrupos & Borracheras, y otros delitos que como no faltasen a lo que era la tarea disimulavan los maiordomos ..."

Creemos que vestían pantalón, chaquetón, sombrero y, algunos, poncho (ruana), o algo similar.

Sin embargo, el dueño de la hacienda de La Concepción, por su parte, dice que les deba vestidos incluso a "viejos y viejas", "in­válidos", rebosos de Guano y sombreros. Dos al año.

Se le da, dice el hacendado, carne gorda, maíz, trigo, alverjas, papas, sal, incluso tabaco. Cada cuatro meses se arregla la tabla de raciones, agregándole a la familia que tuviera hijos, concluye (Ecuador, 1798).

B. CASTIGOS

Hemos podio registrar los castigos a los que eran sometidos, por distintas causas:

1. Por leve falta, se les propinaba cien azotes.

2. Por estar "cañando", chupando o tomándo­se el jugo de una caña, en medio de las tareas de la zafra, se le azotaba.

3. Por no concluir la tarea en el día se "le castigaba moderadamente" para conseguir se enmiende y no persista en la "desidia y pereza".

4. Por denunciar los malos tratos de que eran objeto, cincuenta azotes. En 1801, desde Quito el Corregidor, ante una denuncia de maltratos, comisiona a Don José Es­pinoza para "averiguándose los hechos que se expresan, si resultaren falsos hará cas­tigar a los querellosos con cincuenta azo­tes en presencia de los negros".

5. Por sublevación, novenario de azotes. Todas las mañanas por 9 días veinte y cinco azotes y luego a gusto del verdugo. En 1798 en las declaraciones del juicio por suble­vación en la hacienda La Concepción, Pablo Villegas dice; "...en tiempo de los repa­triados se aprisionaban y sufrían no­vena­rios de azotes después de doscientos, ó tres-cientos, que llevaban de entrada, agr­egándose prinques, y otros recios cas­ti­gos".

6. Por gusto. Mariano Vergara en 1798 dice; "... que en tiempo de los espatriados aun por antojo, que tenían los jesuitas los asotaban con barbaridad al espacio de medio ora..."

7. Por liderar reclamos o sublevaciones eran vendidos a otras haciendas.

Los castigos impuestos eran muy fuertes; (Stutzman, 1976); "Por primera fuga, diez pe­sos de multa para el amo y cien azotes para el negro, por la segunda fuga, la misma multa para el amo y el corte de los dedos del pie derecho del negro; y, por la terce­ra fuga, la consabida multa y el pago de daños y perjuicios para el amo, y la pena de muerte para el negro".

Las sanciones es­taban reguladas por disposiciones municipa­les del Cabildo de Quito. El 6 de marzo de 1538, se dicta la más inhumano disposición contra los esclavos fujitivos; "Los dichos señores dijeron que mandaban y mandaran que pregone pública­mente en esta villa, que cualquier negro que se fuere del poder de su amo y estu­viere huido seis días haya e incurra en pena que le sea cortado su miem­bro con sus compañones, e por la segunda vez que se fuera o estuviese este dicho tiempo huido, incurre en pena de muerte corporal" Libro Primero de Actas del Ayun­tamiento de Qui­to, citado por (González, 1970).

Las ayudas que se daba a los esclavos se fueron disminuyendo y los trabajos aumentando.

"Desde tiempo inmemorial, se ha dado a cada esclavo un retaso corto de tierras, para que sembrándolo, se ayudare a la mantención y para su beneficio. (Ecuador, 1798).

Los terrenos se quitaron para sembrar caña. Se suspendió la ayuda de herramientas y bueyes, el poco ganado que tenían "pres­tan­do servicio" en la hacienda fue sacado de los potreros. Se desterraba a los es­clavos a sitios distantes.

Los gritos y alaridos en cada golpe se escuchaba desde el trapiche, dice Manuel del Valle. (Ecuador, 1798).

Las fugas de los esclavos fueron frecuentes, Pedro Delgado, su mujer Toribia Qui­te­ño y un mulatillo llamado Pedro Martín, han llegado a Quito para pedir se les ven­da a otro dueño (20 de septiembre de 1785­). Se realiza el avalúo a cuatro-cientos "cada pieza", y el mulatillo en ochenta pesos, pero solo se les pudo rematar por 750 pe­sos.

El 30 de marzo de 1780, se notifica al Gobernador de Popayán, "detenga y remita con seguridades a los esclavos que se escapa­ron ahora seis meses de la hacienda La Concep­ción de Temporalidades, esclavos; Facundo y Juan Portovelo Pastrana (hermanos). (Ecuador, 1783 - 1786).

"Los esclavos debían afrontar y enfrentar serias dificultades para organizarse y actuar contra el sistema establecido: falta de medio materiales, heterogeneidad de ori­gen y de condición, control estricto, re­presión feroz y organizada; sin embargo, se suscitaban suicidios, infanticidios, envenamientos y comenzaron los rebeliones y las fugas; y, por otro lado, las repre­salias contra los amos, dueños de hacien­das, capi­tanes de cuadrillas, administra­dores; de quienes, en algunos casos se vengaron dán­doles muerte" (Coba, 1980).

"Además existía la resistencia diaria: defensa de la vida, sabotajes, robos, sarcas­mos y burla para quienes violaban los dere­chos a la vida. Estas fueron las cau­sas subjetivas para las rebeliones y las huidas ..." (Coba, 1980).

Pedro Pascual Lucumi, negro de La Concepción, comparece con una denuncia en nombre de "todos los Morenos de la hacienda".

"... el Administrador que tenemos nos dá total maltrato desde que a entrado hasta la presente, sin darnos que bestir, en el co­mer las rrasiones muy escasas, y nonos al­cansa la semana, y asimismo, en los días de fiesta de nuestra guarda, y los días Domin­gos nos ase trabajar hasta el medio día en faena; y por esto, no son capases de poder aser cosa propia para la aiuda de nuestra mantensión, por lo que pasamos las maiores nesesidades, y nos quiere ber en cueros vibos; no obstante, también en él castigo nos da con mucho rigor, tengamos culta, ó no lo tengamos" (Ecuador, 1778 - 1782).

Pedro Lucumi, fue castigado por la denuncia con quinientos azotes.

Otro denunciante Antonio Lucumi, castigado con cien azotes, y su mujer María Ambrocia Padilla, con más de doscientos. Otros castigados, con mucho rigor, fueron Irene Lua­ndo, Antonio Chala, Martina Carrillo, que le dislocaron algunos huesos y "el pecho avierto por la fuerza que havia hecho en tan fuerte castigo" (Ecuador, 1778 - 1782), Ignacio Quiteño "arrojaba sangre por la boca".

Como siguen los abusos en contra de los esclavos, el 11 de febrero de 1778, Don Joseph Diguja, Gobernador y Comandante de esta Provincia, desde Quito dice; "I para que semejantes hechos se corrijan, y casti­guen conforme a derecho y no quede impu­ne: Debia de mandar, y mandó, que Don An­dres Fernandez Salvador administrador nom­brado de otra Hacienda, y de las demás que estuvieron a cargo de dicho Don Francisco, lue­go que aya concluido el recibo de ella­s, aprehenda la persona de dicho D. Fran­cisco, y con todas custodia bien acondi­cionado, lo remita a esta Carcel Real de Corte, y se­cuestre todos los bienes, que en cualquier modo toquen, y pertenezcan a dicho D. Fran­cisco (Arrecochea) y con beneficio de Inventario, los mantendrá en su poder por vía de Depósito ..." (Ecuador, 1778).

Al Administrador se le condenó a pagar dos­cientos pesos y las costas procesales de la causa que suman 103 pesos siete y medio reales, el 14 de julio de 1778. Luego fueron devueltos sus bienes.

En el mes de noviembre de 1787 D. Joseph Alaborri solicita se le vendan 43 esclavos de la hacienda Concepción en donde se anota la edad, sexo y precio, según el avalúo constante en el Inventario de 1786, que anotamos a continuación.

"Lista de los Negros Esclavos de la Hacien­da de la Concepción de Temporalidades á que hago postura a la Real Junta, sacan­do las familias y Negros huerfanos de los Ynbenta­rios, y abaluos hechos de dicha Hazienda el año proximo pasado de 1786".

Primer Familia Asaber

1 Angel Espinoza de 45 años 250­,00
1 Anastacia Manteca su muger de 45 a. 300,00
1 Secundino Espinoza su hijo de 20 a. 350,00
1 José Espinoza de 17 años 350,00
1 Nicolás Espinoza de 9 años 200,00
1 José Espinoza de 6 años 180,00
1 Santiago Espinoza de 4 años 150,00
178­0,00

Segunda Familia Asaber

1 Geronimo Bonilla de 38 a. 450,00
1 Isabel Delgado su muger de 40 a. 300,00
1 Maria Francisca Bonilla de 12 a. 350,00
2 Ignacia Melliza de la misma edad. 350,00
1 Maria Clara Bonilla de 9 años 300,00
1 Manuel Raymundo de 7 años 200,00
1 Tomas Bonilla de 5 años 160,00
_______
2110,00
Tercera Familia

1 Eligio Santa Cruz de 45 años 350,00
1 Eugenia su muger de 40 años 300,00
1 Luiza Sta Cruz de 18 años 300,00
1 Jacinto Sta Cruz de 13 años 300,00
1 Victoria Espinoza de 14 años 300,00
1 Anselmo Espinoza de 12 años 300,00
1 Margarita Santa Cruz de 9 años 280,00
1 Pedro Espinoza de 8 años 200,00
1 Manuel Espinoza de 6 años 150,00
_______
2480,00

Quarta Familia

1 Eduardo Borja Carpintero de 35 años 400,00
1 Margarita su muger liciada 250,00
1 Josef Borja su hijo de 15 años 300,00
1 Maria Manuela Borja de 15 años 300,00
1 Ventura Borja de 10 años 250,00
1 Mariana Borja de 8 años 200,00
1 Manuel Borja de 6 años 150,00
1 Mariana Borja de 8 meses 100,00
_______
1950,00

Quinta Familia

1 Mariano Pastrana de 35 años 350,00
1 Emerenciana Padilla su muger 250,00
1 Maria Dolores Padilla de 12 años 225,00
1 Joaquin Pastrana de 8 años 175,00
1 Pedro de 4 años 125,00
_______
1125,00
Sexta Familia

1 Luis Sandi Herrero de 60 años 300,00
1 Manuela Quintero su muger de 40 años. 350,00
1 Manuel Sandi de 12 años 280,00
1 Francisca Sandi de 8 años 250,00
_______
1180,00
Solteros huérfanos

1 Francisco Quijano de 14 años 200,00
1 Bencia Quijano de 12 años 200,00
1 Rosa Quijano 180,00
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580,00

43 Segun los abaluos importan... 11205,00
Rebaja la tercera parte ­... 3735,00
Quedan liqui­dos... 7470,00

"El liquido de los siete mil quatrocientos setenta pesos pagaré al Rey en virtud de la propuesta del dia a la Junta de Temporalidades. Quito, y Noviembre 14 de 1787. Firma J. De Olavarri. " (Ecuador, 1783 - 1787).

Don Juan Antonio Chiriboga propietario de la hacienda de la Concepción que fuera de Temporalidades y "... por averse aprovado las superabundantes piezas, se me consedió facultad para poder vender esclavos y demas muebles que reconociere sobran en la Hada ..." (Ecuador, 1787). Existían 317 esclavos. Por otra parte dice; "... me ha propuesto D. Diego Torres, enasendado trapichero en Tumbabiro, que por estas piezas (los mas reboltosos e ynquietos) de negros y sus hijos y algunos mas, me dará una Hcda. que posee en propie­dad, nombrada Tudquasa de Pan sembrar, y ganados situado en el Pueblo de Mira que es la misma jurisdicción, en que se alla la de la Consepn. por lo que mes es bentajoso el nego­sio por averde menester la Haza. de la Consepn. de Granos, y Ganado" (1787).

El 22 de junio de 1790, el Presidente de la Real Audiencia, por intermedio de Manuel de Aguilar y Erazo (Corregidor de Justicia Mayor de la Villa de Sn. Miguel de Ibarra), ordena al "Jues Pedaneo del Pueblo de Mira, para que pase a la Hasienda de la Concep­ción a sacar los Negros bendidos a don Die­go Torres" (1783 -1787).

Los esclavos vendidos no quieren salir de la hacienda y son: Francisco Carrillo, Liberato Delgado y Juan Pablo Carrillo, de los 17 revoltosos e inquietos. Al poco tie­mpo de que las piezas fueron entregadas al comprador, regresaron a la Concepción por­que las condiciones de la otra hacienda eran peores, solicitando de inmediato el comprador se le devuelva su dinero.

La situación de vivir en la esclavitud, permanentemente, les obligaba a denunciar, con mucho temor, la forma de trato que tenían, así Dionicio y Santiago Mina, Andrés Pastrana y Pedro Pabón, negros de la Hacienda y Trapi­che de Santiago de propie­dad de D. José Zaldumbide, el 5 de junio de 1809, llegan a Quito para presentar la denuncia del exceso de trabajo y castigos permanentes de que son objeto.

Al iniciar su denuncia indican (Ecuador, 1801 - 1803) "... desde nuestros tiernos años, nos hemos cri­ado al servicio de dicha hacienda y nunca hemos dado motivo de queja en ningún tribu­nal".

De seguido indican que siempre han cumplido con sus obligaciones, pero que con el ac­tual amo "... empezamos a experimentar los rigores de la inhumanidad.... los azotes son diarios, y por la más leve cosa se ha de ejecutar, este cruel castigo has­ta ajus­tar el número señalado que es de ciento".

"... el castigo, el hambre, la desnudez y todo lo demás que dejamos relacionado han dado ocasión para molestar la atención de V.S. y por tanto suplicamos rendidamente que atendida nuestra orfandad se digne en obsequio de la justicia, dejar que elijamos nuestro mejor acomodo buscando quien nos compre, pues si regresamos a Santiago sere­mos victimas de la venganza y crecerá el castigo, haciendo méritos por haber llevado nuestras quejas a esta superiori­dad, que en ese caso mejor nos sería morir que sujetar­nos a tan cruel servidumbre".


C. SUBLEVACION

Una de las formas de defenderse constituyeron las fugas o en caso extremo las su­blevaciones, así es como se registra una de ellas que se produjo en la Hacienda La Concepción; el 18 de junio de 1798 se fuga un primer grupo de esclavos y el 20 de junio ya eran 60.

Se retiraron al monte a dos leguas, en lo alto de la Cocha, por cuanto las condiciones de subsistencia, los castigos y la bar­baridad con que les trataban ya se vol­vie­ron inaguantables. Siendo el pretexto, en esta vez, el anuncio de que serán lle­vados a la limpia de la acequia en los páramos.

Se da cuenta que en anteriores años, con el mismo administrador, ya hubo una subleva­ción pero de menor proporción.

En los mismos días se produce el incendio de 15 cuadras de caña presumiblemente causada por los negros revoltosos que pren­die­ron fuego en la ladera contigua, lle­gando con el viento a contaminarse el ca­ñaveral.

Juan Chiriboga (22 de junio de 1798) en carta dirigida al Alcalde Ordinario D. Pedro Terán en Ibarra, cuenta algunos ante­ce­dentes de la sublevación y dice que ha en­viado cuatro recados para obligar a los negros a que depongan su actitud.

El primero lo hizo con el negro (Antonio Chala) de los pocos fieles que quedaron, más éste fue amarrado y detenido en el mon­te. A otro que llegó hasta el lugar donde se encontraban los "revoltosos" por traer a un hijo pequeño fue golpeado y detenido. El siguiente fue por traer a su mujer (Javier Quiteño) y también se lo detuvo.

"Un indio que trato de traer un caballo que los alzados utilizaban para arrear el gana­do, casi fue ahorcado".

Por último se valió del Padre Capellán (Fr. Jacinto Carabaca) el escribiente Mariano Vergara, el negro capitán Eduardo Borja y Simón Espinosa para persuadirlos que vol­vieran.

La llegada del capellán colmó la paciencia de los esclavos, que intentaron golpearlo, no dejando que se produzca el hecho por la acción de los acompañantes. Estos sufrieron las consecuencias, el "negro fiel" fue he­rido con lanza y con un machetazo en el brazo. El escribiente en cambio salió sin lastimaduras, solo con un buen susto ya que de un lanzaso le atravesaron la ruana y el chaquetón.

En la carta pide Chiriboga al Alcalde Ordi­nario que venga a la hacienda acompañán­dose de "algunos mosos de Mira" para tra­tar de sujetar a la gente.

Desde Chamanal, el 22 de junio de 1798, el capellán Fr. Jacinto Carabaca da noticias, de su gestión, al dueño de la hacienda, manifestándole que apenas él les habló en forma "convincente y patética" para que volvieran, empezaron a gritar; traición, traición, acometiendo intrépidos con lanzas, machetes, hachas, palos y piedras con­tra Eduardo, y aunque prontamente se abrazó de mí, no por esto lo dejaron de herirlo con un machete en el brazo y con una lanza­da en la pierna ..." (Ecuador, 1798).

"... Viendo yo la furia de aquel tumulto, que resueltamente despechados nos acometían, ya por moverlos a compacion, o ya por esperar la muerte que la tenia traga­da, me inque de rodillas con las manos puestas, y a gritos aclamaba al cielo ..." Mientras el capitán forcejeaba con los negros tuvo tie­mpo de escapar.

"Ya esto señor mio no sera posible componerlo, ni reducirlos por buenas, y así pro­ntamente tome los arbitrios que mejor le parezcan". Insinúa el Fraile".

Posteriormente se sigue una "información de oficio como causa criminal". El 24 de junio de 1798, en la Hcda la Concepción anejo de Mira de la jurisdicción de la Villa de Iba­rra".

Otro de los testigos es el capitán y mayor­domo de la Hcda Chamanal, José Bonifa­cio, en la mayor parte está a favor del patrón y aclarando la posible causa para la fuga dice; "... que había oído que se les mando a trabajar en la acequia" (lim­pia de ace­quia en los páramos) y el si­guiente día se produce la fuga".

Pablo de Villegas, Mario Jiménez, Francisco Olloa, Ignacio Javier y Felipe Tadeo testi­gos, declaran a favor del patrón.

Mariano Vergara, testigo hace una larga declaración pintando un cuadro hermoso de como estaban bien atendidos en comida, ves­tido y que nadie les ofendía a los escla­vos, y si en pocas veces ha existido casti­gos han sido "moderados", luego de compro­bar la falta. Inclusive indica que el ac­tual patrón D. Juan Chiriboga "hechó a dos mayordomos de su servidumbre, solamente porque éstos maltrataban a la gente y con el fin de tener a todos los negros en paz, gusto y sociego"... (Ecuador,179­8).

Antonio Chala (esclavo) de la Hcda Concepción a la mayoría de las preguntas contes­ta a favor del amo, pero es de anotar cua­ndo dice "... que los amos, no habían asi­stido a darles ni recibir las tareas, pero los capitanes y mandones les recargaban".

Eduardo Borja, carpintero herido en la refriega, declara a favor del patrón, y dice que las tareas son "cargadas" y que una y otra vez son castigados, además manifiesta que Manuel Tadeo le dio el lanzaso, Gabriel Padilla, atacó con lanza al escribiente e Inocencio Quiteño le propinó el machetazo en el brazo izquierdo. Joa­quín Quiteño dio en la falta del sombrero del amanuense.

El 22 de junio de 1798, conocían la causa en Quito, el Presidente y Oidores de la Real Audiencia, D. Juan Moreno Avendaño, Decano; D. Antonio Juan Rodríguez y D. Ana­cleto Veloz.

El 26 insiste D. Juan Mariano Chiriboga desde la Concepción y escribía; "... La vida la tengo en un peligro evidente" y pide que; "... se le de la más pronta providencia, a fin de que auxiliándome cual­quier juez de este partido aunque sea a costa de alguna sangre en caso necesario se ataje, o reprima a estos barbaros, o se prendan a las cabezas del motín a que sean vendidos".

El abogado, Dr. Rivadeneira, que hace de Fiscal dispone que el Corregidor o cualquier Juez de la Villa de Ibarra de " el auxilio necesario de gente armada para re­ducir a estos negros, cargándoles el deli­to y volviéndoles a poner en la servidum­bre" (Ecuador,1798).

Se le indica a D. Pedro Terán, Alcalde Ordinario que "con el auxilio que le parezca necesario, y con la prudencia y precaución que pide el caso proceda a reducir a los esclavos".

El 22 de julio informaba D. Pedro de Terán sobre la gestión y decía; "...me fuí a encontrar con otra novedad de haberse vuelto al monte, a continuar sus desordenes, ro­bos y perjuicios de la citada habienda con el pretexto de que su amo pretende desaraigarlos en pena del primer levantamien­to" (Ecuador, 1798).

Pasé personalmente al monte de la hacienda para tratar de reducirlos -dice el Alcalde- pero ellos se resistieron. Opté por redu­cirlos por necesidad, quitándoles los ga­na­dos de los que se mantenían".

El Teniente acompañado de veinte jóvenes, pretendió recoger el ganado, pero salieron los negros y defendieron atacándolos, por lo que; "El Teniente y unos muchachos nobles hicieron una descarga de dos escope­tas, hiriendo a un negro en el pie y a otro en la cara. Aquella noche muchos de ellos emprendieron viaje a Ibarra".

Continúa; "aca no hay fuerzas competentes para dar los auxilios correspondientes para castigar, o expulsar a los que conviene, porque a los de la 'plebe' que se pueden llevar tienen un terror panico a los ne­gros. Estos creen que la comisión es fingi­da, y sea por error o por su altanería se han burlado y me han perdido el respeto" (Ecuador, 1798). He tenido "a bien vender a algunas cabezas del motín" y "tengo arbitrado ven­der tres o cuatro pares más de los mismos que han hecho cabeza del motin y se hallan en la cárcel de esta ciudad (Ibarra)".

Las piezas son vendidas a Juan Cruz Castillo para la hacienda Car, y solicitan "se les de el auxilio de solo un piquete de soldados a que a mi costa conduzcan a los mencionados negros a dicha hacienda del comprador" y los mismos podrán pasar a la Concepción a sacar a los consortes de los nominados.

El resto de los sublevados serán castigados solo con azotes "según el mérito de sus delitos".

Un grupo mayoritario fue devuelto a la hacienda. Por último tres o cuatro pares más se han vendido para Guayaquil, y serán llevados por su sujeto de honor.

D. ALGUNAS LEYES RELACIONADAS CON LOS NEGROS

En 1814 se dictó una ley de libertad de vientres.

El 21 de julio de 1821, el Segundo Congreso de la Gran Colombia, promulgada por Bolí­var, prohíbe la introducción de escla­vos y proclama la libertad de los hijos nacidos de madres esclavas (Colombia, 182­1).

Es necesario anotar algunos artículos:

PRIMERO: Los hijos de los esclavos que naz­can desde el día de la sanción de la ley serán libres, como tales se inscribirán sus nombres en los registros cívicos de las municipalidades y libros parroquia­les.

SEXTO: Se prohíbe igualmente la introducción de los esclavos para fuera del terri­torio colombiano, lo mismo que su extrac­ción como propio objeto.

SÉPTIMO: Se prohíbe igualmente la introduc­ción de esclavos en el territorio co­lombia­no con motivo de negociación, bajo la pena de que por el mismo hecho quedarán libres.

El 27 de julio de 1828, Simón Bolívar expi­de un nuevo decreto, dando normas para el funcionamiento de las Juntas de Manumición (Colombia, 1828).

Ocasionalmente se expiden órdenes como amparo para los negros. En 1847 el Presiden­te de la Corte Suprema, pide cuidado de los esclavos porque conoció de la muerte de Agustín Quilca, a consecuencia de un exceso de azotes que ordenó darle el admi­nistrador de la hacienda La Loma en la provincia de Imbabura (hoy Carchi).

En 1850, en la Quinta Constitución se hace constar la abolición de la esclavitud (Ecuador, 1850). En el capítulo XIX, artícu­lo 108, declara: "Nadie nace esclavo en la República y nin­guno de tal condición será introducido en ella sin quedar libre".

El 25 de julio de 1851, José María Urvina, expide el decreto de "la liberación de los hombres esclavos del Ecuador". (Ecuador, 1851).

Hasta 1918 se mantuvo legalmente la servidumbre por deudas.
(Las transcripciones son textuales de acuerdo a la escritura de la época).
FUENTE: Bayardo Ulloa. MIRA; apuntes del pasado.

Comentarios

Denitzio ha dicho que…
un comentario está escrito Quarta familia.. no debería ser Cuarta.. de no ser asi perdón por mi ignorancia
Bayardo Ulloa ha dicho que…
Se transcribe el texto tal y como está en el documento original.
Ehudd ha dicho que…
Saludos, me parece bastante interesante la exposición de los hechos que tan acertadamente realiza en este artículo. Soy estudiante de la carrera de Política en la UCE y me encuentro realizando una investigación acerca de los afrodescendientes en el Ecuador. Me gustaría solicitarle -si no es muy atrevido de mi parte- me facilite una copia de su libro Mira; Apuntes del pasado. La verdad lo he estado buscando pero no he podido conseguir una copia del libro. Sin mas que acotar me despido, no sin antes felicitar su blog ya que es una fuente de información excelente.

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