ERUPCIONES DEL TUNGURAHUA


“Perspectiva del volcán de Tungurahua”

“El Pays que ha cubierto de ceniza y cascajo”
Teodoro Wolf, hace referencia a varias erupciones del Tungurahua. “Las hermosas corrientes de lava antiguas y modernas, a su pie, fueron visitadas por todos los geólogos, que han venido al Ecuador, desde Humboldt, que aquí por primera vez observó el contacto directo de la lava con las esquistos cristalinos, cerca de la chorrera del Agoyán”.
Habla sobre los espacios extensos de tranquilidad que ha llevado a acostumbrarse y creer que es un volcán extinguido, pero cuando menos se piensa, despierta estruendosamente, como sucedió en 1886. Menciona a La Condamine que registra una erupción en el año de 1641 “según lo que le contó un indio viejísimo de la provincia de Riobamba, que tenía más de 100 años”.
Luego, un siglo, sin noticias, dice Wolf, y, en 1773; “una erupción muy fuerte, durante la cual se formó la interesante corriente del Juive Grande”, según documento que encontró en Quito y se refiere a una carta del Presidente Joseph Diguja, dirigida al Conde de Aranda el 13 de julio de 1773, que dice: “Habiendo acaecido la erupción del Volcán Tungurahua con formidable terror de los habitantes, y considerable estrago de Ganado, y Mieses en una larga extensión del País, me ha parecido conveniente imponer a la Superioridad de V. E. por medio de la adjunta Relación, y dos representaciones del Volcán y País perjudicado que acompaño, en el que ha sido comprehendidas alagunas haciendas de Temporalidades”.
Las dos láminas fueron publicadas por Carlos M., Larrea, en 1977, en Cartografía ecuatoriana de los siglos XV, XVI y XVII. Ediciones Corporación de Estudios y Publicaciones. Quito. 177 p. La una: Erupción del 23 de abril de 1773.- “Perspectiva del volcán de Tungurahua” tomadas del Manuscrito en colores, enviado por el Presidente D. Josef Diguja y que reposan en el ARCHIVO DE INDIAS, Sevilla. Estante 127-Cajón 2- Legajo 9 (3). T. L.-V.86.  (pág. 129), y la otra: Mapa manuscrito.- “El Pays que ha cubierto de ceniza y cascajo” la erupción del Tungurahua de 1773.- En colores.- Enviado por el Presidente Diguja con carta del 16 de Agosto. ARCHIVO DE INDIAS DE SEVILLA.- Estante 127-C.2-Leg. 9 (2). T. L. 181.- V. 38. (pág. 131).
En 1776, humo y vapores. Otra erupción fuerte en 1781, registrada en una relación de la Municipalidad de Riobamba, dice Wolf; una anterior, en 1777, no “está bien probada”. Luego otro silencio largo, “Pero el 11 de enero de 1886 despertó repentinamente de su sueño con gran furia, y devastó horriblemente el valle de Baños y todos sus alrededores”.
Wolf, incluye en la página 648, como referencia número 40, de su Geografía y Geología del Ecuador, un extracto del artículo escrito por Augusto N. Martínez, y publicado el 17 de marzo de 1886 en el periódico guayaquileño “La Nación”, que la transcribimos en su totalidad: “Erupción del volcán Tunguragua en 1886.- La cantidad de lava que arroja diariamente el Tunguragua es verdaderamente fabulosa; al chocar con el contrafuerte, del que hablé en mi primer artículo, la mayor parte sigue la vía de Chonta-pamba: lo contrario de lo que sucedía al principio. Esta vía tiene también su ramificación: el un brazo cae, siguiendo una línea recta sobre el río, al antiguo puente de Cusua, y rellena los planos que están sobre el barranco, llamados, según creo, Chaca-ucu; el otro, formando una curva algo extensa desde el punto de bifurcación, va a depositarse en las llanuras de la hacienda de Chonta-pamba”.
“Desde el 25 del pasado hasta el 1° de éste, ésta vía estaba ocupada por una corriente continua, establecida desde el cráter. Este cordón de fuego, digámoslo así, de día era visible por el rastro o reguero de vapores, y de noche por su iluminación”.
“La lava corre muy despacio por los declives del monte, pues aunque es verdad que emplea solo de cinco a siete segundos en caer a plomo del filo del cráter al punto de bifurcación, de aquí hasta Chonta-pamba tarda de veinte a treinta y cinco minutos. Esto lo observé el 12 del pasado en varias erupciones que se sucedieron por la noche”.
Esta ilustración conservada en el #Archivo General de Indias da testimonio de las consecuencias de semejante explosión. Tomado de Portal de Archivos Españoles: PARES


“Tres han sido las emisiones de lava más grandes que he observado, y para cuya descripción me faltan colores bastante vivos, que pudieran dar ligera idea de lo que fueron. ¡Espectáculos grandiosos, que no se borrarán jamás de mi memoria! Acaecieron, la una, el 12 del pasado, a las 7 y 20 de la noche; y las otras el 28, a las 4 y 30 de la tarde y a las 9 de la noche”.
“Algo como llamas que se levantaron a mucha altura, fue el presagio de aquellas erupciones. Las bombas se formaron en cantidad incalculable, y eran lanzadas con increíble rapidez, cruzando el espacio en todas sus direcciones; después caían en forma de lluvia en todas las faldas del cono”.
“La lava después de cien detonaciones se derramó cubriendo la cima del cerro, visible desde el valle de Patate, con un baño incandescente, que al bajar formaba ríos de fuego, que serpenteando iban a perderse en las grietas profundas que surcan la mole del gigante”.
El mirador del Tunguragua por excelencia, es el punto denominado la Chonta: célebre ya entre los innumerables turistas y viajeros que han visitado el volcán y los lagos formados por la lava en los ríos Patate y Chambo”.
Viví por largos años en las faldas de este coloso, en El Manzano, parroquia Puela, Cantón Penipe, y, pude disfrutar de su belleza, de sus destellos de luz en alguna noche y, también, sufrí de su furia que me obligó a mudar mi residencia a Riobamba.
FUENTE:
Larrea, Carlos M. 1977. Cartografía ecuatoriana de los siglos XV, XVI y XVII. Ediciones Corporación de Estudios y Publicaciones. Quito. 177 p.
Wolf, Teodoro. 1892. Geografía y Geología del Ecuador. Publicada por orden del Supremo Gobierno de la República. Tipografía de F. A. Brockhaus. Leipzig. 671 p.

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