DÍA MUNDIAL DEL TEATRO
El
drama constituyó parte fundamental de la cultura de nuestros pueblos. Fue una
actividad artística, muy nuestra; articuladora de los festejos más destacados
de los pueblos.
Las
generaciones de mireños, hasta hace poco, asistieron con interés desbordante a
las presentaciones dramáticas que tuvieron como escenarios los patios de varias
casas, el convento parroquial, el teatro semi-construido o los locales
escolares, en donde se adecuaban los proseños.
La
parte cultural destacable constituía el drama y entorno a ello se presentaba el
sainete como obra satírico - humorística, cargada de ingenio y responsabilidad
suprema para ponerle sal, o lo que es lo mismo el "genio mireño".
Los
sainetes permitieron rencontrarnos con nuestra realidad, nuestro drama diario,
nuestros propios sainetes. La vida brava y dura, modificada para reírnos de
ella y reflexionar.
Los
generadores, los motivadores del florecimiento de esta actividad artística fueron,
en su mayoría, los profesores y profesoras de las escuelas y los pocos jóvenes
y adultos seguidores de estos ideales y sueños.
Los
agricultores y artesanos se confundían con los maestros, en un empeño por el
arte y, de tarde en tarde, luego de sus jornadas de trabajo, incansablemente se
reunían para "aprender" sus papeles y repasar la actuación que se iba
depurando con la crítica del grupo. Se pulía y se volvía a repasar, hasta que
quede natural, al gusto del grupo, primero, y luego al gusto del pueblo y los
visitantes.
La
participación como artistas era un desafío voluntario y por lo tanto de
convicción y capricho. Había que demostrar el máximo empeño.
Los
artistas y uno que otro interesado ayudaban a que el evento se realice de la
mejor manera, se convertían en pintores, tramoyeros, maquilladores, expertos en
vestuario. Cada uno desarrollaba sus habilidades e ingenio.
La
obra se presentaba con un aire de pureza, sin poses ni aspavientos. Mejor, la
obra, era adaptada a la cosmovisión de aquel grupo de cultivadores del arte.
El
drama, la personificación de la fatalidad, de la tragedia, del amor, la
traición, nos hicieron estremecer, llorar o reír.
En
los intermedios, entre telón y telón, se presentaban nuestros intérpretes de la
música nacional con sus melodías, las mejores voces, nuestras gentes.
Por
varias ocasiones, no muchas es verdad, se pusieron, a consideración del
público, piezas musicales de creación propia. Igual sucedía con pequeñas piezas
literarias para el teatro, especialmente en los estilos de sainete o
adaptaciones de obras de grandes autores.
Medardo
L. Ulloa, mi padre, autodidacta y motivador de las manifestaciones culturales e
insistente organizador para conquistar nuevos derroteros de bienestar para un
pueblo olvidado, como era el nuestro, se atrevió como él lo decía, a garabatear
algunas obras que se presentaron en nuestros escenarios; es el caso de la
estampa mireña; Los Cabuyeros, en la que se hace la reminiscencia de la vida
cotidiana de los jóvenes del poblado, y el sainete en adaptación: Simplezas de
Bertoldino (escrita en 1939), tomado de la Obra de C.
Della Croce. s/f. Historia de la vida, hechos y astucias de Bertoldo,
Bertoldino y Cacaseno. Traducido del italiano. Casa editora SOPENA. Barcelona.
207 p.
El autor Giulio Cesare Della
Croce nació en 1550 en San Giovanni in Persiceto, cerca de Bolonia, Italia y
muere en 1609 en Bolonia. Fue, cuenta cuentos, herrero y violinista que
escribía por placer y sus presentaciones dramáticas estaban dirigidas para el
pueblo y, frecuentemente, se presentaba en los mercados. Escribió más de
seiscientas obras, muchas sobre la vida rural italiana. Sus libros al menos
tenían dos versiones, una con palabras obscenas y duras y otra en lenguaje más
suave. Su trabajo se caracterizó como una revancha contra los poderosos. Por
primera vez aparece Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno en 1620 y ha inspirado a
muchos escritores, incluso se han hecho películas en 1936, 1954 y en 1984; la
última dirigida por Mario Monicelli.
Medardo
Ulloa, escribió un drama y lo dejó manuscrito; fue leído por un círculo íntimo
de familiares y amigos; a ese drama lo tituló “DUALIDAD FRATERNA O PRODIGIO DEL
AMOR DE MADRE
En
Dualidad Fraterna se puede encontrar el tratamiento literario del drama, y,
además, entre líneas, la vida de un pueblo con sus limitaciones propias del
escenario en donde transcurren las escenas, que es el pueblo de Mira en 1936.
Se
aprecia el comportamiento de su sociedad con todas sus dificultades, la
sencillez, el desencanto y la realidad que nos parece, hasta ahora, un sueño.
Así
mismo, con el sainete aprovechó para, didácticamente, instruir a la población,
como fue con; “Una sesión oportuna; representación dramática en serio y
en broma”, en la que se hace evidente el procedimiento parlamentario en una
sesión extraordinaria, que fue escrita en 1941.
Cuando
se cumplían 17 años de su muerte realizamos una impresión muy corta del drama,
para compartirlo entre mis hermanos y algunos familiares cercanos.
Creemos
que ya es tiempo de hacer conocer su creación y hemos recopilado el drama;
“Dualidad fraterna o prodigio del amor de madre”; los sainetes: “Los cabuyeros”
(estampa mireña); “Simplezas de Bertoldino; escogidas y arregladas para juguete
cómico”, y, “Una sesión oportuna; representación dramática en serio y en broma”,
todo, en este libro que lo titulamos: “Mixturas de mi tierra”, con 158 páginas,
y, que hoy lo presentamos a ustedes.
Además,
el libro contiene una corta biografía de Medardo L. Ulloa, y para el prólogo,
hemos mantenido aquel escrito por el Dr. Heriberto Neptalí Rocha en 1938,
párroco del pueblo, desde 1935 hasta 1939.
La edición del libro, la
portada y diagramación, corresponden a Jorge Ulloa López, que trabajó con
cariño y constancia; como su abuelo se lo merecía.
La impresión se realizó en
los talleres gráficos de la Casa de la Cultura “Benjamín Carrión”, Núcleo de
Chimborazo.
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