JULIO GILBERTO ROBY MAFLA


Julio Gilberto Roby Mafla (1909 – 1959). Hijo de Segundo Eloy Roby Arboleda y Mariana Mafla Mafla. Un ciudadano querido y respetado de Mira. Ilustrado y de ideas de avanzada, para su tiempo, causó preocupación en el poblado por su forma de pensar y expresar, a viva voz, sus convicciones políticas.
El viernes primero de mayo de 1959, día del obrero, a la una de la mañana, sufrió una agresión violenta. Fue llevado al hospital de Ibarra, pero falleció el día domingo 3 de mayo a las cinco de la mañana.
La población esperó la llegada del cadáver, en Mira, a la altura del cementerio y fue trasladado en hombros hasta su domicilio para ser velado y, el día siguiente, fue sepultado con un gran acompañamiento de los pobladores más los alumnos de las dos escuelas y sus compañeros del Frente Democrático Nacional.
En su actividad de administrador de haciendas, como mayordomo, en 1934 estuvo en Caranqui, y en 1838 en Ajaví; hacienda en la que permaneció hasta 1951. Contrajo matrimonio con doña Josefa Sola Portilla, el día 4 de junio de 1942.
En 1952 volvió, definitivamente, a Mira. Su hogar lo estableció en la casa que fuera de su madre (calle Eloy Alfaro).
En el periódico “La Tierra” apareció un artículo del escritor Hugo Larrea Benalcázar, como un homenaje a este mireño. Víctima de la intolerancia política. Por ser justos con la historia de Mira y sus protagonistas, transcribimos en su totalidad el indicado artículo.

Hombres de nuestro tiempo[1]:
GILBERTO ROBBY

Lo llamaban “el viejo” y no lo era tanto. Tenía el alma joven, el espíritu limpio, la mirada clara, el corazón bravío. Y siendo un hombre de campo, un simple campesino, compraba libros, los leía, los guardaba amorosamente y luego los comentaba en su idioma sencillo de hombre que tenía el alma blanca.
Lo llamaban “el viejo y no lo era tanto. Apenas si bordeaba la media centuria. Cincuenta años de vida entregada a la creación. Él, sembraba el campo con sus manos y sonreía. De ancha sonrisa se vestía su cara entonces, cuando cosechaba las flores, los granos de maíz, el pan candeal aprisionado en el trigo…
Gilberto Robby se llamaba. Y era todo un hombre. Por su bondad, por su honradez, por su sinceridad, por su nobleza, por su aspiración de superarse y vivir como un hombre… era un socialista. Y se afilió al Partido. Y luchó por su Partido. Y formó células socialistas con trabajadores y con campesinos. Y les hablaba en su idioma, el idioma de la verdad, de la sencillez, de la claridad. Y solía gritar –yo lo oí muchas veces: “Viva el trabajador” y “Viva el Partido Socialista ecuatoriano”.
Cuando yo era niño; el me llevaba sobre sus hombros y me conversaba cuentos hermosos de niños heroicos. De sus labios aprendí la lección del “tamborcito valiente” y la gesta libertaria de Abdón Calderón. En sus palabras las hazañas del General Julio Andrade, cuya sangre llevo en mis venas, se volvían más nobles, más humanas; y es porque a él le habían contado como eran los combates por el Liberalismo Radical… y le habían contado hombres como él, hombres humildes y sencillos de nuestro pueblo que supieron luchar en los campos de batalla con la misma energía y con las mismas canciones con que luchaban contra la naturaleza indómita y la domaban…
Se llamaba Gilberto Robby. Y era un hombre del pueblo. Simplemente. Eso era todo. Un hombre del pueblo, pero todo un hombre en la acepción de don Miguel de Unamuno. Su palabra era dulce y tierna, sus gestos eran siempre de bondad, de generosidad, de nobleza espiritual. Todo el mundo lo quería. Todo el mundo era su amigo. Y lo mataron… Lo mataron por repetir, como siempre, su grito de todos los tiempos: “Viva el trabajador”. “Viva el Partido Socialista Ecuatoriano” …
Una tarde en la apacible población de Mira, donde se había refugiado un conservador fanático, de ojos extraviados, un analfabeto que había escuchado al cura de la parroquia en el sermón del domingo, en el cual, tanto mal habló de los socialistas y de los ateos, lo buscó y lo asesinó a martillazos… Gilberto Robby, el pequeño gran hombre que conversaba conmigo en las tardes solariegas de Caranqui en Ibarra, cuando yo apenas era un niño de seis años, murió asesinado bestialmente por un curuchupa de esos que todavía existen… De esos a los cuales no odió nunca, pero a los cuales quiso siempre convencer…
No debía morir con esa muerte. El debió morir a mi lado, en un día de sol y de agua clara. En un día que ha de llegar muy pronto, en el cual haya que entregar la sangre a la tierra para que fructifique plena de libertad. Esa libertad que es apenas un mito en estos tiempos. Un mito que permite a los asnos alimentarse de flores. Y a las bestias extraviadas, gracias a la palabra ceremoniosa de la misa dominguera, asesinar hombre, - ¡hombres!- por el tremendo delito de ser libres…
Que haya paz en la tumba de Gilberto Robby, el primer caído en esta lucha –que la afrontaremos Gilberto: yo no olvido “tamborcito valiente”- entre la libertad y la esclavitud, entre la paz y la brutalidad, entre la justicia y el fanatismo. Que haya paz en tu tumba, Gilberto. Que yo no olvidaré jamás tus consejos…
Hugo Larrea Benalcázar, retrato de Guayasamín, recuerdo de la resistencia a la dictadura militar. Tomado del muro de Marcelo Larrea. 15 abril 2014
HUGO LARREA BENALCAZAR. (Ibarra 1928 – Quito 2014). Autor del artículo. Político, periodista, escritor y jurista. Forjador del pensamiento democrático y socialista ecuatoriano, del periodismo crítico y humorístico, autor de Cuando tú te hayas ido, la novela de la revolución de mayo. Reconocido miembro de la comunidad nacional, militante del socialismo y destacado comunicador social. Fue director del diario socialista La Tierra. En los años 60´s fundó la Escuela de Sociología de la Universidad Central del Ecuador, junto a Agustín Cueva. Al mismo tiempo fundó con Gonzalo Bonilla y Carlos de la Torre Reyes la columna “Los Picapiedra” y dirigió la editorial de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Fue Ministro de Educación y Gobierno, así como Ministro Fiscal General y Ministro Juez de la Suprema Corte de Justicia. Hugo Larrea Benalcázar. Tomado de: http://www.uasb.edu.ec/contenido?-34cuando-tu-te-hayas-ido-34-homenaje-a-hugo-larrea-benalcaz-1 "Cuando tú te hayas ido". Homenaje a Hugo Larrea Benalcázar. Miércoles 18 de marzo de 2015. La Universidad Andina Simón Bolívar y la familia Larrea Cabrera invitan al homenaje “Cuando tú te hayas ido. Memoria de Hugo Larrea Benalcázar, 1928-2014”. 

Archivo Ulloa. Mira – Carchi.
Archivo familiar Palacios Sola.
Archivo familiar Roby Sola.
Foto Proaño. Ibarra. 15 de mayo de 1952.
FB.- Marcelo Larrea. https://www.facebook.com/marcelo.larrea.10?hc_ref=SEARCH&fref=nf



[1]Artículo publicado en el diario “La Tierra”, mayo 1959  

Comentarios

Henry Medina V. ha dicho que…
De mis primeros recuerdos de niñez en Mira es el cadáver de Don Gilberto Robby, con unos algodones en la cabeza, tendido en la sala de la casa de la señora Josefa Sola, su esposa, y vecina de mi bisabuelo. Me impresionó mucho, pues yo debo haber tenido menos de 5 años de edad. Mamá me contó una versión diferente de su muerte y que no tiene que ver con diferencias políticas o fanatismos como la que se señala en el artículo. Algún rato te podré contar esta historia.

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