LA PISCINA DE MIRA

En La Tola, al norte de Mira, había un vado en la acequia, que le llamaban la “cocha de los sapitos”, allí aprendieron a nadar muchos niños del poblado. Luego los vados, o mejor dicho “los gualones” que se formaban en la quebrada de “La Chimba”, justo en el puente, de dos palos, que permitía cruzar por el aire y no por las piedras resbalosas del cauce de la quebrada. Lugar de triste recordación para los que vivieron la generación del niño Silvio Herrería, ya escuelero, que pereció allí, ahogado. Por los años sesenta, en el mismo sitio se tuvo un mal momento, cuando fuera arrojado a las aguas un neonato que alarmó a la ciudadanía; hechos que fueron quitando el encanto al vado y al vertiente que allí depositaba sus aguas.

Otro espacio para nadar, era el río Ángel, en el sector de Uyamá, y, muy esporádicamente, en una piscina abandonada de la hacienda San Nicolás. En estos lugares, en medio de la algarabía, dábamos nuestras primeras brazadas tímidas con estilo “de perro”, eso sí, cargando una boya elaborada con “yesca” de “chagualqueros” o un tarro “galón” de lata, y, claro, los aniñados con salvavidas confeccionado en palo de balsa.

Paso el tiempo y, por fortuna, en la calle Eugenio Espejo y el tope de la Narchyn y Mira, allí donde concluía la calle, en terrenos de la señora Margarita Andrade, se construyeron unas lavanderías públicas y al costado oriental, una piscina. Esa piscina memorable, en donde los niños nos “bañábamos en chocolate” por el agua lodosa con la que se llenaba, y allí estábamos todos los días hasta que llegaba la noche y la mayoría “encanijados”, a punto de llegar a la inanición por frío y mas “achurruscados” que chochos desaguados con exceso. 

Como la construcción se demoraba, ya que se realizaba con el esfuerzo, únicamente, de sus pobladores y el empeño de los tenientes políticos, fue utilizado como corral para poner “presos a los animales”, que eran traídos por haber “hecho daño” en los cultivos ajenos a sus dueños. Allí se mantenían hasta que los propietarios llegaban a reconocer los animales y, el daño, era cancelado al dueño de la sementera destruida.

Las mingas fueron constantes y con la participación de los barrios; así se da cuenta en los archivos de la Tenencia Política.

El 5 de diciembre de 1951, con oficio número 61, el teniente político de Mira escribe al Presidente del Concejo Cantonal de Espejo, invitándole “a la minga Barrial que esta población llevará a cabo el día Domingo 9 del presente en la piscina que nos encontramos empeñados en construirla”, por otra parte en la misma comunicación le dice: “Además, el nuevo concejo, con esta oportunidad, podrá conocer de cerca, los problemas que aquejan a esta población y con el patriotismo de que está animado, tratará de resolverlos favorablemente”, firma Segundo Tomás Palacios.

El Teniente Político don José Eliezer Palacios, con oficio, Nº 64 de 21 de diciembre de 1951, se dirige a las Señoritas: Esther Herrería, María Garrido, Luisa Arboleda, Mercedes Muñoz, Zoila Clavijo M., y, señora Celia Cruz Rueda y les manifiesta: “No es desconocido para Uds. , que hace varios días se inició los trabajos de la construcción de la Piscina en este lugar para el servicio y beneficio público; trabajos que se hallan auspiciados por el personal docente de las escuelas de este lugar.- Como  dichos trabajos van a continuar en la forma acordada anteriormente es decir por el sistema de mingas barriales, y por consiguiente, el día de mañana Domingo se trabajará con el contingente de los trabajadores de la Hacienda Pueblo Viejo, para la atención a los trabajadores, seguramente tomarán parte tanto los representantes de dicha hacienda, tanto más las señoras y señoritas de dicho lugar.- Por tratarse de un trabajo a desarrollarse en el centro de esta población, nos corresponde prestar toda la atención que estuviese a nuestro alcance, para lo cual invoco al patriotismo nunca desmentido que Uds. tomen parte en este trabajo, prestando su valiosa cooperación personal…”.

Con la misma fecha y en comunicación Nº 66, el teniente político se dirige al Señor César A. Cabezas, Agente de ventas y demás empleados de su dependencia, del Estanco, para comunicarle de la cuarta minga barrial en los trabajos para la piscina en construcción y les solicita la colaboración para atender a los trabajadores de la hacienda Pueblo Viejo que ejecutaran estos trabajos el día 22.

Con oficio Nº 68 de diciembre 29 de 1951, le manifiesta al administrador, y mayordomos de la hacienda de Pisquer; José Nénger, Manuel María Pérez y Jorge Rubio, indicándoles que para el día 30, se llevará a cabo la quinta minga barrial de los trabajos de la piscina en construcción por lo que les pide el apoyo y presencia en esta minga en beneficio del pueblo de Mira.

Tuvo que pasar muchos años, hasta que el 2 de febrero de 1962, se realizaba la inauguración de la piscina, con un programa especial. Además, en esa misma fecha, se inauguraban la gallera y los servicios higiénicos. 

Ya construida, muchas generaciones aprendieron a nadar. Se realizaron competencias entre buenos equipos de nadadores y desde el trampolín se proyectaban en lances peligrosos en demostraciones atléticas.

El resto de bañistas, o sea “todo el mundo” subíamos al trampolín y bajábamos más asustados que antes. Unos pocos hacía la caída del soldado, de pie o “firmes”, y pocos, poquísimos, se atrevían a darse un clavado con el peligro de caer en “planchazo”

Así fueron transcurriendo los días y las aventuras de niños y jóvenes en aquella piscina del ayer.


FUENTES DE CONSULTA:

Libros del Archivo de la Tenencia Política de Mira.

Libro; Historia de la Escuela Policarpa Salavarrieta.

Archivo de la familia Ulloa Enríquez


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