IMBABURA DE MI VIDA


El sabio Wilson Popenoe, Botánico del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, apenas conoció Ecuador; se enamoró del valle del río Mira, en especial del Chota.

Llegó a Quito en 1925, luego de cuatro años; y no pudo mantenerse en esta ciudad, y tres días después, emprendió viaje a la provincia de Imbabura, como el mismo dice a “Imbabura de mi vida”. 

Se marchó a caballo, añorando que algún día llegue el ferrocarril a Ibarra.

La introducción de plantas en el Ecuador, siempre fue el interés de varias personas. Los hacendados que viajaban a otros países, deslumbrados por la agricultura y jardinería de los lugares visitados, procuraban traer nuevas plantas, así, llegaron muchos frutales y, especialmente, árboles y plantas de jardín.

Popenoe hace una distinción especial para su amigo el señor José Félix Tamayo, que “animado de un espíritu patriótico de hacer que prospere y adelante la agricultura nacional”. En Ibarra, dice: “Tuve momentos de infinita satisfacción al ver en estado floreciente, en su criadero situado en el centro de la ciudad, muchas plantas que están creciendo por primera vez en suelo ecuatoriano y las que dan esperanzas de convertirse en adquisiciones de inestimable valor. Una clase de granadilla oriunda de Brasil, conocida bajo el nombre de granadilla morada, estaba cargada de frutos al tiempo de mi visita; guayabas chinas estaban comenzando a madurar; la jujuba y muchas plantas forrajeras estaban creciendo vigorosamente, mientras que un árbol de aguacates injerto, de una variedad cuyos frutos de excelente calidad llegan a pesar un kilogramo, demostrando estaba que se ha llegado a aclimatar admirablemente al suelo y al clima de esta favorecida región. Y el amigo Tamayo, al llevar a cabo este trabajo, no ha descuidado la parte estética; pues que el jardín estaba resplandeciendo con los brillantes colores de las flores de algunas variedades de rosas enviados desde Washington estaban en lozanía; los vistosos crisantemos japoneses estaban floreciendo tan profusamente como en su hogar nativo; y muchas variedades de lirios comenzaban a brotar sus hermosas flores al comienzo de la estación propicia”.

Siempre había insinuado que el valle del Chota está destinado a ser, “algún día, una de las regiones agrícola más prósperas del país”, sin embargo, de que todos le manifestaban que es lugar insalubre, terrible para poder vivir, pero Popenoe manifestaba que con el tiempo todo cambia, y daba de ejemplo a Guayaquil. Algún momento se erradicará el paludismo que es lo que arruina a la población y la agricultura prosperará a niveles extraordinarios.

Visitó la hacienda San Rafael del doctor Agustín Rosales que la considera como una de las más atractivas del valle, con excelentes cultivos de algodón; una planta con mucho porvenir para la zona.

En Ambuquí, en la hacienda de los señores Almeida Terán, manifiesta que se produce buen vino y recuerda los vinos elaborados por los jesuitas en Pimampiro, en la época colonial. Así mismo los vinos de Irumina del señor Luis Blanco de buena calidad y que conseguirán mercado en Quito y Guayaquil.

Fuente: 
Wilson Popenoe. Ligeras impresiones acerca del Ecuador. Traducción de Francisco Banda C.- Especial para “El Comercio” y reproducido por “El Ferrocarril del Norte”, 14 de junio de 1925.

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