BIOGRAFÍA DE MEDARDO L. ULLOA (1893 - 1980)
Segundo Medardo Luciano Ulloa, fue hijo de Rosa Práxides (Rita) Ulloa y nació en Mira el 20 de mayo de
1893. Fue casado con Isolina Rosa Esther León Zuleta (+), con quien procreó cinco hijos:
Aura Elisa (+), Julio Medardo (+), Ramiro Bolívar (+), Olga Isolina y Marco
Efrén Ulloa León.
Al quedar viudo, contrajo matrimonio con Piedad María Enríquez Lara, con
quien tuvo tres hijos; Jorge Bayardo, Medardo Ángel y Francisco Ramiro Ulloa
Enríquez.
Las primeras letras las aprendió en la escuela del lugar y más de su madre
y abuelo, ya que en esos tiempos no existían cursos regulares de enseñanza. Fue
autodidacta.
Permaneció algún tiempo en Tulcán e Ibarra, se interesó por la Química y
Farmacia e inició sus incansables estudios de Pedagogía.
Cargos
Públicos.- Jefe de estancos en Mira.
Profesor y luego Director de la escuela del lugar. Director del puesto de
salud de la Asistencia Pública.
Representación
Popular.- Presidente de la Junta
Proveedora de aguas. Miembro de la directiva de la Junta de Mejoras Locales
para la parcelación de la hacienda San Nicolás. Varias veces Presidente de la
Junta. Presidente de la Junta Parroquial de Obras Públicas. Secretario del
Comité pro luz eléctrica. Secretario del comité pro carretera Ibarra-Tulcán.
Actividades
Realizadas.-En 1932 dirige los
trabajos de construcción del camino La Portada - Mira, realizado a base de mingas.
En 1934 diseña la fachada principal de la iglesia de Mira. En 1937 hace la
delineación la carretera La Chimba - Puchués. En 1938 diseñó los tanques y el
sistema de redes de distribución de la primera agua potable. En 1942 diseñó e
hizo construir las primeras lavanderías públicas. En 1945 diseñó y dirigió los
trabajos para la construcción del parque Juan Montalvo. En 1946 elaboró las
normas de urbanismo y planificación para reglamentar las construcciones en
Mira. En 1948 rediseñó la red de agua potable. En 1954 diseñó y dirigió la
construcción de la capilla Mausoleo en el cementerio del lugar. Todos los
trabajos fueron voluntarios y sin recibir remuneración alguna.
Obras
escritas.-Una buena cantidad de
manuscritos inéditos reposan en los archivos familiares. Fueron pocos los
artículos que se han publicado. Entre sus escritos están: Manual de pedagogía
para los profesores de la escuela de Mira. Texto de lugar natal. Breves
relaciones históricas de Mira. Los Cabuyeros, realidad de mi pueblo; obra
corta para teatro y presentada en Mira. Adaptación para teatro del disparate
cómico; "Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno". Disquisiciones y costumbrismos
de mi tierra. Estudio del folclore de Mira. Dualidad fraterna o el prodigio del
amor de madre (drama). Chontahuasi, estudio histórico. Mira Princesita india
(prosa). Fue colaborador de la revista Espejo, el diario El Día y los
semanarios Norte y Frontera.
Medardo Ulloa murió en el mismo pueblo en que nació. Siempre permaneció
firme en su puesto de combate, en esta trinchera y atalaya del progreso que es
nuestro Mira.
Si alguna vez, tuvo que salir en busca de mejores días, muy pronto, el
amor a su tierra lo devolvió para que no salga más. Así lo quiso. Así debió
ser.
Medardo L. Ulloa, el maestro, el periodista, el arquitecto y urbanista,
el médico, el consejero, el organizador, el agitador, el amigo, el padre
abnegado, estuvo siempre donde le llamó el trabajo para engrandecer su
pueblo, por mejorar las condiciones sociales de sus conciudadanos, para dar
alivio a sus males.
Medardo Ulloa, el autodidacta, que forjó paso a paso, con incansable
constancia una recia personalidad y cultura.
Medardo L. Ulloa, el que nació en la pobreza y murió en la pobreza,
porque su ánimo y todo su esfuerzo, sólo eran para hacer el bien común. Nunca
fue ostentoso de sus realizaciones, nunca quiso, ni fue partidario de los
reconocimientos, ni homenajes, porque sentía, como siente todo buen mireño,
que tiene que servir a su tierra, sin esperar nada a cambio.
Medardo L. Ulloa, fue el agitador de su pueblo, el conciliador de su
gente, el eje, el timonel para emprender
grandes luchas por la libertad verdadera de su tierra, de su pueblo de las
tardes incomparablemente bellas, su tierra de las mujeres más hermosas, de los
hombres más capaces, trabajadores y valerosos.
Su pueblo, su amor fue Mira; así lo pintó con sus palabras; "Su
amanecer es áureo, y en el límpido cielo se levanta el Astro Rey, pródigo en
obsequiarnos su fulgentes rayos. Su atardecer es encantador. Nubes de diversos
colores, tenues y juguetonas cubren el infinito azul del firmamento al
ocultarse el sol. Tardes de mi tierra en las cuales la comba celeste se adorna
con fajas rojas y grises que cambian al anaranjado, al crema y al azul claro,
las que, lenta y apaciblemente van desapareciendo a medida que avanza la noche.
Tardes de mi tierra, debéis ser cantadas por los Dioses del verbo con arpegios
de ruiseñor. Hay momentos vespertinos en que nos parece que algo anormal
sucede en nuestros órganos visuales. Fenómenos indescriptibles por su
hermosura. Extraña claridad inunda el horizonte. Parece un nuevo amanecer. Bellas ráfagas erizadas se extienden desde
occidente hasta perderse en media bóveda celeste. Parecen proyecciones
emergidas de un enorme foco de luces de artificio. O tal vez, de un
conglomerado de diamantes, rubíes, esmeraldas y zafiros, cuyos resplandores
refractados en el éter, iluminan las tardes de mi terruño".
Fue muy observador y llegó a comprender la realidad social y los valores
profundos de sus paisanos, a la mujer la catalogó así: "La mujer mireña,
de tradicional hermosura y encantadora por su vivacidad y cultura; por su
habilidad en la música y el canto, ha sabido conservar esas prendas físicas y
morales. Es digna, abnegada y tierna como esposa. Como madre, se entrega
enteramente a hacer las delicias del fruto de sus entrañas. Como miembro de la
sociedad, patriota, trabajadora, industriosa. (Es suave como el aliento de los
ángeles; es ardiente como el mismo sol)".
Fue tenaz en su lucha y en todos los planos manifestó el interés de que
su pueblo se una, se organice, luche y triunfe permanentemente
en sus empresas, sea cual fuese el opositor, lo enfrentó y dio ánimo a sus
paisanos. En uno de los tantos casos en que se quiso detener el surgimiento de
Mira, por parte de los potentados que tenían en el pueblo su riqueza a base de
explotación, manifestó: "Parece utópico, pero es la verdad desnuda, que
los gamonales, a pesar de los privilegios y prebendas que disfrutan, vean un
crimen abominable, que los pueblos se levanten y progresen a esfuerzos
propios; sin comprender quizás, que ellos son los criminales, al oponerse
tercamente, al engrandecimiento de las colectividades, en vez de apoyar y
estimular en sus más caras aspiraciones".
"Pero llegará el día, que serán sometidos a los inexorables
tribunales de justicia popular, para que respondan por tantas y tantas
arbitrariedades de lesa comprensión humana. Los pueblos no serán culpables, el
mismo gamonalismo insaciable, excita a las masas laboriosas, aceleradamente, a
hacer justicia por si mismas".
Esa era su tierra, esta es su tierra, por ella luchó y en ella, luego de
concluir su jornada que emprendió con todo su esfuerzo, descansa hoy.
Siempre estuvo presto a dar todo por los mireños y su pueblo. Las
generaciones presentes, tal vez desconocen su labor, pero las anteriores lo
vieron bregar diariamente.
No sería prudente, que uno de sus hijos sea el que traiga al recuerdo su
actuación en las reivindicaciones de su lagar natal, pero sin vanidad diremos,
que hizo cuanto pudo y se esforzó por alcanzar lo mejor.
Lo vieron, lo vimos en su agitada acción por lograr conseguir agua,
energía eléctrica, tierras, cultura, libertad, mejorar el urbanismo y la
arquitectura del poblado, luchar porque se construyan caminos y obras de
servicio social.
Oportuno estuvo organizando las movilizaciones para los trabajos de
mingas generales, de gran aliento y de excelentes resultados.
Fue agricultor del campo y las mentes. Sembró, en las generaciones que le
tocó educar, la semilla de la cultura y la rebeldía, la decisión de lucha.
Alcanzó a cosechar y cosechó frutos verdaderamente maduros, hombres ilustres,
gloria del país. Cosechó la superación de su pueblo y tuvo suerte, en las
postrimerías de su vida, de ver a su 'terruño', convertida en la ciudad más
joven del país y hacerse, también, su palabra y pensamiento, realidad, ya que
anunció que Mira, como el ave Fénix surgirá de las cenizas para llegar a la
cima del progreso y el triunfo.
Una buena temporada de su vida la dedicó al trabajo colectivo, pero los
años le iban minando su vitalidad, pero siempre seguía preocupado del porvenir
de su pueblo, por esos tiempos anotaba un consejo para la juventud en una de
sus últimas intervenciones públicas; "Jóvenes de mi terruño; A vosotros se
dirige uno de vuestros hermanos mayores. Sed siempre el número de los hijos
buenos. Reemplazadnos a nosotros que avanzamos ya al ocaso de la vida. Vuestra
madre común, la población de Mira, os reclama vuestro concurso de energía y
entusiasmos. A vosotros os toca emplear vuestro dinamismo joven, en bien de
vuestro lugar natal".
Orgullosos siempre fuimos de constituir su familia, de sentirnos hijos y
amigos a la vez, de un hombre recto, honrado, cariñoso y abnegado.
Orgullosos nos sentimos ahora y siempre, porque en nosotros hierve su
sangre, sus mismos ideales, sus mismos desvelos, y quizá nosotros no podamos
imitar lo que él hizo, pero al menos trataremos de seguir sus consejos.
Mira, 1981
J. Bayardo Ulloa Enríquez
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