PAN PARA EL PRESIDENTE MONTES
El pan, por siempre, ha sido uno
de los productos gastronómicos que ha despertado tanto interés para los que lo
elaboran como para los que lo consumen.
El pan de la Villa de Riobamba siempre
fue de exquisito sabor y cuenta con una gran variedad de preparaciones.
Hasta la fecha, muchos hogares
mantienen la tradición de “hacer pan en horno de leña” y disfrutar de esta
tarea en una ceremonia participativa que inicia con la cernida de la harina y
concluye con el consumo del pan caliente.
Esta tradición tiene su apogeo en
“finados”, el 2 de noviembre, fecha de recordación de los “fieles difuntos”.
Muchos hemos participado en el amasijo de pan, ya sea con los compañeros de
trabajo o con el grupo familiar. Allí, todos deben demostrar sus habilidades
para amasar, dar forma a los panes, hornear, o, al menos, degustar el pan.
Las harinas para la preparación
provienen, mayoritariamente, del trigo o del maíz, cultivados en la zona.
Se elaboran panes blancos o
mestizos, moyuelos, briollos, injertos, empanadas, empanadillas, bizcochos y el,
infaltable, pan de agua, solo para citar algunas denominaciones, porque hay
cientos, de dulce o de sal.
Corría el año de 1813, cuando Don
Martín Chiriboga, el hombre más fiel al Rey, que estaba de vuelta como
Corregidor de la Villa de Riobamba, luego del corto tiempo de independencia, y el
18 de mayo, en una carta que escribe al Presidente de la Real Audiencia de
Quito, Toribio Montes; en la parte medular le indique que adjunta un expediente
en el que detallan los servicios prestados a la causa real y al final, le
manifiesta: “… mi mujer que ase tiempos, a estado sin salud, logrando su tal qual
restablecimiento, rremite a V. E. en esta fecha, un poco de Pan bueno y otras
cosillas de poco momento, del que no abunda Quito”[1].
Este pan debió ser de excelente
calidad ya que era para la máxima autoridad de la Real Audiencia. El pan es un
agrado que se envía a lugares distantes como una demostración de la buena y
delicada cocina y del aprecio que se tiene por la apersona convidada, así mismo
el viajante cuando regresa a su lugar de origen, procura, llevarse el mejor pan
para compartir luego con los suyos. Quién no añora el pan de su “tierra” o el
que hacía su madre. El pan de siempre, el pan de los recuerdo de los lares
queridos. El buen pan de Riobamba.
[1]
FUENTE: Fondo Especial. Caja 30. Vol. XXX. Doc. 199225.95.
Carta al presidente Toribio Montes dirigida desde Riobamba por el Corregidor
Marín Chiriboga, el 18 de mayo de 1813. Archivo Nacional, Quito.
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