LA HACIENDA DE MUMIAR Y LA PARROQUIA DE "LOS ANDES".
La hacienda de Mumiar dio origen a la parroquia de San Pedro de Piquer, que finalmente se denomina como Los Andes, en el cantón Bolívar de la provincia del Carchi.
Don Carlos Emilio Grijalva, p. 67 (Toponimia), hace referencia a la posesión de tierras a favor de Alonso Sánchez en 1538, también, registra como apellido indígena del mismo sector en testamento de Juan Gregorio García Paspuel Tusa, en donde se cita una Cédula Real de 15 de octubre de 1654 en favor de Cristóbal García Paspuel Tusa.
Entre los propietarios de esta gran hacienda está el Alférez, D. Juan de Toro que estuvo casado con Dña. María Rosa Báez de la Cruz, habiendo procreado una hija a la que le bautizaron como Pheliciana que falleció a la edad de 12 años.
De su primera mujer heredó 500 pesos y correspondían a la estancia de Cuesaca.
El segundo matrimonio lo realizó con Dña. Juana Galindes, que tuvo una dote de 3335 pesos; 3000 en la estancia y 335 en alhajas, detalladas en la escritura del escribano Lorenzo Rosales en la ciudad de Pasto. También aumentó los bienes para su mujer en la cantidad de 2000 pesos, en la estancia de Cuesaca y 500 en “veinte mulas aparejadas”.
La gran hacienda de Mumiar, antes del año de 1734, fue de Dña. Juana Galindes entregada por el escribano de Pasto, y como administrador, D. Juan de Toro , su marido, que fue aumentando las tierras con compras realizadas a los caciques de Tusa y Puntal, como a otros hacendados de las inmediaciones; así sumó a sus bienes la hacienda de “Mata Redonda, que por otro nombre se la conoce como Chitán”, adquirida por remate. Cuesaca, la loma de Chumbar, más seis cuadras compradas al cacique D. Vicente García Paspuel Tusa, que están contiguas a la acequia; más tres cuadras en Chattapas compradas a D. Gregorio Paspuel; más las tierras nombradas Nañibudan compradas a D. Gabriel de la Bastida y su hija Dña. Sebastiana de la Bastida, parte de los potreros llamados de los Montenegros comprado a su compadre Bartolomé Montenegro, a Dña. Juan Montenegro, y, Dña. Mariana Montenegro.
En estas tierras se incluyen aquellas recibidas por su mujer por herencia dejada por Dña. Gertrudis Cisneros y Galindes, más una propiedad de potreros “en los Puentes, términos del Pueblo de Guaca”, compradas para Dña. María de Almeyda, su suegra, más una “casa cuadrada cubierta de paja en el Pueblo del Puntal y un solar con sus huertas y otra casita contigua”, compradas a Agustín Barbosa y a Bartolomé Montenegro. Se incluyen “las tierras de Taques, por bajo del Pueblo del Puntal”, negociadas con D. Dionisio Taques; una estancia en “Puntales”, unos potreros en la loma de San Blas, en litigio eclesiástico; la loma de Chaletala, comprada a D. Tomás Tamayo.
El 1 de junio de 1735, Dña. Juana Galindes, para constituir la memoria testamentaria, registra a sus hijos; Francisco, Juana María, María Rosa (casó con Nicolás de Reina), Mariana (casó con Juan Ponce), y Luis Bernardo (del que estuvo embarazada a la muerte de don Juan), de los que se constituyó en tutora, curadora y administradora y tenedora y albacea de los bienes. El testamento lo otorgó, D. Tomas de Toro, en el Pueblo del Puntal, en el que había estado radicado por veinte años. Fue enterrado en la iglesia parroquial.
Dña. Juana, posiblemente es pastusa, ya que la dote de 3335 pesos; 3000 para la estancia, y, 335 en alhajas, se hizo con carta dote y escritura en San Juan de Pasto con el escribano Lorenzo Rosales.
La suegra, de don Juan, se llamó María de Almeyda, viuda de D. Sebastián Galindes de Cisneros; padres de Dña. Juana Galindes de Almeyda.
Doña Juana María de Toro Galindes, hija de Juan y Juana, se casó con Pedro López Hurtado de Salazar, hacendado del pueblo del Puntal. El 18 de junio de 1737, pide se realice el reparto de los bienes entre los herederos y como mujer emancipada (su esposa), se le de su parte. Se tasan los bines en un valor de 4041 pesos y un real, correspondiéndoles a cada uno de los herederos la cantidad de 787 pesos 1 real.
El 20 de junio de 1738, Pedro López, se hace cargo de los bienes de la abuela de su mujer y la parte que le corresponde al presbítero Pablo de Almeida y los cuñados menores; administración que dura hasta el 2 de mayo de 1747.
El 31 de julio de 1747, Pedro López, en la hacienda Mumiar, da cuenta del manejo de los bienes que tuvo a su cargo por nueva años.
FUENTE:
Grijalva, Carlos Emilio. 1947. Toponimia y Antroponimia del Carchi, Obando, Túquerres e Imbabura. Editorial Ecuatoriana. Quito. 237 p.
Archivo del Ministerio de Cultura y Patrimonio. Protocolos: (101/63/2/J) Ibarra.
Ulloa Enríquez, Bayardo. De caminos, puentes y arrieros. Investigación en marcha.
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