LA IMPORTANCIA DE LOS PAPELES VIEJOS


  

El terremoto de Ibarra, en el año de 1868, constituyó la catástrofe mayor que asoló toda la zona norte del Ecuador. 

Uno de los aspectos fundamentales de la convivencia ciudadana eran las oficinas del Cabildo y las notarias que registraban la propiedad y la vida jurídica de la ciudad y la provincia. Los Archivos públicos y, obviamente, los privados quedaron destruidos, enterrados o perdidos para siempre. El retraso, en todo aspecto, fue la desgracia de todas las familias, propiedades y dependencias publicas.

El Ilustre Concejo del cantón Ibarra, se instala en sesión, el 13 de abril de 1868. Estaba dirigido por Carlos Vergara como presidente, y el secretario José de Lara. En las sesión estuvieron presentes el Presidente, el vicepresidente y los concejales; Orejuela y Acosta, además del procurador Síndico, quien manifestó: “que era indispensable el arreglar en alguna manera el archivo de la municipalidad que se halla confundido con los archivos de las otras oficinas pagando diez pesos a alguna persona que se contraiga a buscar todos los papeles que puedan haber salido de los escombros del terremoto, i los separe los que se puedan encontrar pertenecientes a la Secretaria municipal. Este parecer fue aprobado por el I. C., resolviéndose en consecuencia que los diez pesos se gasten de la cantidad votada para gastos extraordinarios y se entreguen al Secretario municipal para que este los pague a la persona que le parezca más conveniente y tenga conocimiento del archivo para que haciendo el registro con prolijidad separe los que conozca que son de la dicha Secretaría y se clausuró la sesión”.

Con esta resolución y valorando la importancia de los archivos, se reconstituyó la vida jurídica y legal de las propiedades de Ibarra y sus pueblos.

LA IMPORTANCIA DE LOS PAPELES DE LOS ARCHIVOS

En el Viaje Imaginario por las provincias limítrofes de Quito, se relatan los acontecimientos que se produjeron en toda la Audiencia de Quito a raíz de la declaración de su independencia.

Al referirse a los ejemplares publicados del “Viaje Imaginario” que circularon en Quito y, que, sin duda, fue escrito por el Provisor y Vicario General del Obispado, D. Manuel José Caicedo, sobrino materno del Ilustrísimo Obispo D. José Cuero y Caicedo, que dirigía la Diócesis, y, posteriormente, fue el primer Presidente de Quito Independiente.

El editor, Carlos R. Tobar, en la parte inicial del documento, hace un llamado impresionante y urgente para salvaguardar los papeles antiguos que están llenos de historia y son irremplazables para que los hechos sean contados a las nuevas generaciones. Esa denuncia, pedido y hasta lamento, porque se destruyen o esconden documentos, tiene total vigencia. En la actualidad se debe insistir en este llamado de atención para que los organismos estatales, de toda índole, se interesen en preservar la documentación que es la historia de nuestros pueblos. 

Es urgente, que las instituciones se rodeen de personal calificado, sensible y estudioso del pasado para que no se sigan destruyendo los archivos y se elimine ese “que me importismo” por las cosas significativas y fundamentales para comprender el proceso histórico de los pueblos, para entender que todo tuvo un inicio, una lucha en la que participaron, incluso, entregando la vida para que ahora seamos libres o disfrutemos de una vida moderna.

Transcribimos una parte del llamado de atención que hace D. Carlos R. Tobar: “Labor patriótica consideramos salvar de la destrucción a que conducen a los documentos históricos la incuria, la ignorancia y la torpe codicia”. 

“Confiados, no se si hasta ahora, los archivos a gentes estúpidas, nos consta que antiguos papeles de positiva valía han sido vendidos como desechos a los batihojas, a los droguistas, y a los especieros, naturalmente por un vil precio, insuficiente para tentar más que a una brutal sordidez. Reconvenido, cierta ocasión, un archivero de éstos, por su inconsistente delito, (pero, señor, contestó, yo cuido mucho los papeles nuevos, no vendo sino los viejos…)”.

“En los museos públicos y privados de las grandes capitales de Europa y hasta de ciudades de segundo orden, se encuentran colecciones arqueológicas, paleontográficas, etc., del Ecuador, mientras nosotros, no solamente no recogemos lo que ha de servirnos para la historia en sus diversas faces, sino que, aun destruimos lo que la casualidad o más bien el descuido nos ha conservado de épocas remotas. ¡Triste cosa que el descuido se haya convertido en único guardián de nuestras riquezas!”

“Cada revolución política, cada brusco cambio de gobiernos, ha sido, por otra parte, causa eficiente de lamentables pérdidas: el saqueo se ha cebado hasta en los papeles…

“La guerra de la independencia, la emancipación de la metrópoli, son de ayer, podemos decirlo, y, sin embargo, junto con la tradición de hechos importantes, comienzan ya a perderse documentos fehacientes que, en cualquiera otra parte del mundo civilizado, se conservarían en molduras de oro o en esmerados escaparates, para exceptuarlos de la ley de ruina, a que está sometido cuando cae bajo la despótica jurisdicción del tiempo”.

“Hijos, nietos cuando más, como somos los factores de la independencia sudamericana, la papelera particular de cada casa sería un venero de inestimable valor para los historiadores, si el menosprecio y la incuria no se hubiesen aunado para su obra de destrucción”.

“¿Más, cómo a de darse vida duradera a objetos, por su naturaleza, en extremo destructibles? ¿Cómo salvar permanentemente documentos que, si guardados con cariñosa prolijidad por nuestros antepasados o por nosotros, serán condenados quizá a las llamas o a las polillas por uno de nuestros descendientes?”

“De manera muy sencilla: la multiplicación ilimitada que la imprenta concede a los escritos, les permite una verdadera inmortalidad”.

“En cuanto a objetos de otra naturaleza, a las Ilustres Municipalidades Cantonales corresponde formar colecciones de numismática, antropología, etnografía, paleontología; colecciones obtenidas paulatinamente, a poca costa, quizá solo con proponerse obtenerlas, por donativos particulares, compras, etc., se convertirían, antes de mucho, estamos seguros de ello, en núcleo de futuros magníficos museos, producto generalmente no de fuertes desembolsos sino de paciente constancia”.

“Aunque partidario, como higienista, de la cremación de los cadáveres, no hemos podido ver nunca sin disgusto arrojar al fuego esas hojas amarillentas, de tinta rojiza y borrosa, consignatarias del pensamiento de generaciones pasadas y representantes materiales de lo espiritual del complejo humano”. 

Pp. 1 – 6.


FUENTE: 

Carlos R. Tobar (Editor). 1891. VIAJE IMAGINARIO POR LAS PROVINCIAS LIMITROFES DE QUITO. Imprenta de la universidad. Quito. 76 p.

Documentos del Archivo Histórico del Ministerio de Cultura. Fondo Municipal.


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