UN SINGULAR MIREÑO EN SANTO DOMINGO DE LOS COLORADOS


Lo conocí, cuando yo, apenas, había llegado a Santo Domingo de los Colorados.

Su presencia sobresalía de entre la gente que cruzaba por la calle 29 de mayo. Vestía modestamente, pero con una pulcritud extraordinaria. Siempre cubría su cabeza un gorro cuartelero, con lo que llamamos, en Mira, la “cristina” o la boina. Era muy saludador y su personalidad invitaba al diálogo. 

Un día lo encontré el portal de mi casa, parecía esperar a alguien, y allí lo abordé. Supe que se llamaba Manuel Espinosa, y me dijo ser de Mira. De inmediato le dije: entonces es mi paisano; yo, también soy de Mira. Cuando me identifique como mireño, hizo la rectificación; en realidad, soy de La Concepción, pero en el Cantón Mira, y me sonrió. 

Así empezó una conversación corta con las reminiscencias de nuestra tierra que para Manuel eran recuerdos lejanos. 

Me contó que llegó a Santo Domingo de los Colorados por el año de 1956, cuando apenas era una parroquia rural del Cantón Mejía, pero que empezaba a crecer, por causa de ubicarse en un sitio de convergencia entre la costa y la sierra. Además, había muchas tierras baldías que fueron, inmediatamente, colonizadas. Desde sus inicios se lo conoció como “El Crisol de la nacionalidad ecuatoriana”. La gente procedente de todas las provincias del Ecuador se convocaban a este sitio en búsqueda de una mejor suerte y a poner “el hombro” para el desarrollo de este pueblo, hoy convertido en una inmensa ciudad, que a poco va dejando la anarquía inicial y se convierte en un referente de desarrollo urbanístico y centro del comercio en una región privilegiada de nuestra patria.

Manuel Espinosa abandonó su natal La Concepción, por falta de oportunidades y se afincó en la “tierra colorada” a la que hizo suya. Llegó en la flor de su juventud; tenía veinte años. Trabajó en lo que pudo, porque solo había concluido su quinto año de escuela. Fue cuidador de carros, vendedor de periódicos, de lotería, vigilante nocturno y al final de su vida guardia de la seguridad de una empresa de la ciudad. 

El diario “La Hora” del 8 de enero de 2006, cuando contaba con setenta años de edad, le dedicó un reportaje de página entera en la sección “Perfil”.

Espinosa se convirtió en un personaje de la ciudad, conocido y reconocido por su amabilidad y don de gentes. Siempre pulcro, atento, jovial, y, por mantener, esa costumbre muy sana de nuestros pueblos pequeños, de saludar al cruzarse con los vecinos y hasta con los desconocidos. 

Los ciudadanos honestos con poco o mucho, aportan en el convivir y el adelanto de los pueblos.


NOTA: Fotografía del diario "La Hora". Santo Domingo de los Tsáchilas. 8 de enero de 2006.


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