CALDAS; EL SABIO QUE VIAJA POR EL RÍO DE MIRA
Las costas del Pacífico de la provincia de Esmeraldas, eran importantes para el desarrollo de la colonización española. Sus autoridades buscaron un camino para vincularla con Quito, uno de los intentos fue la expedición por Malbucho del año 1803, en la que participó el sabio colombiano Francisco José de Caldas, geógrafo y naturalista.
Partieron desde Ibarra, por disposición del Presidente Barón de Carondelet. Todo listo, comisionados, herramientas, reclutas, curas, mulas y provisiones, por la agilidad del corregidor de Ibarra Don Miguel Fernández Bello.
La flora del sector era de mucha importancia conocerla, y en especial, las quinas de las que tanto se hablaba, y se constituía en el encargo principal que le había hecho su jefe el Dr. Don José Celestino Mutis, director de la Expedición Botánica de Santa Fe. Yo era, - dice Caldas- un simple observador en la expedición de Malbucho, pero luego de pedirle al Presidente Carondelet su amparo, muy generosamente, me encargó levantar la carta del camino con sus medidas.
El recorrido lo hacen cerca o por las riberas del río de Mira. Presentamos dos acápites de su informe:
MINAS EN EL MIRA
35. En el espacio que hay dentro de Palacara a Guajara no entra en Mira ningún río por la banda del Oeste, a excepción del pequeño arroyo Amarillo; este nombre se le ha dado por el color amarillo rojo y semejante al de ocre que tienen sus aguas. Estas son de gusto astringente vitriólico, unido a un olor sulfúreo bastante fuerte: las creo cargadas de hierro y azufre, aunque no tuve ocasión de asegurarme de su presencia con alguno de los reactivos conocidos. El lecho y las orillas de este arroyo se hallan prodigiosamente cortados en todo sentido. No puede el viajero dejar de reconocer que aquí ha habido fuertes movimientos locales, de que no han participado los terrenos inmediatos. Una mina de azufre poco más arriba de su embocadura acaba de confirmar que en estas cercanías existe alguna boca ardiente que debe aumentar el número de volcanes, que tanto abundan en esta Provincia. Apenas se andan cien varas cuando se encuentra una playa espaciosa sembrada de piedras a las orillas de Mira, y todos los vestigios de un desplome considerable de la colina inmediata, conocida con el nombre de Jabonería. Aún se mantienen en la memoria de los habitantes de estos países la época y las circunstancias de esta catástrofe, cuya relación estaría aquí de más y nos separaría de nuestro objeto.
ELEFANTES EN LA CONCEPCIÓN
36. En las orillas del Este, cerca de la Concepción, a 286,0 líneas del barómetro y a 715 toesas sobre el mar, se hallan huesos fósiles enormes. A juicio del Barón de Humboldt, son despojos de elefantes carnívoros que en otro tiempo poblaron el Nuevo Continente. He visto muchos en Quito y he poseído algunos; el más notable y digno de la curiosidad de un naturalista es un colmillo de doce pulgadas de largo y de dos y media de diámetro: en él se reconocen todos los caracteres del verdadero marfil. Esta alhaja pertenecía al gabinete de un amigo – Don Juan Larrea – digno de ella, por su gusto y por sus luces en la historia natural y en otros ramos. Generoso, la cedió al Barón de Humboldt, quien la llevó a Europa, para enriquecer alguna de las colecciones de aquella porción ilustrada de nuestro globo.
LACHAS
39. Al paso hemos visto las ruinas de Lachas. No queda otra cosa de este pueblo que algunos árboles frutales, que enseñan al viajero el lugar en que existió. Sus indios, en pequeño número, se hallan dispersos a lo largo de las orillas de Mira; y semejantes al judío, pueden decir: no tenemos ni patria, ni templo, ni pastor. ¡Cuántos de estos tristes ejemplares podemos citar en toda la extensión de nuestros viajes en el Virreinato de Santafé! Limitándonos al de Malbucho, han desaparecido de la superficie del globo Lachas, Puntel, Tola y Limones. Sabemos que la masa de la población crece siempre en todas las regiones de la tierra: ¿por qué experimentamos disminución sólo en el indio? Si nos hallásemos un poco avanzados en nuestra geografía, si poseyésemos una carta exacta y prolija del Virreinato, nos asombraríamos al ver el sepulcro, por decirlo así, de tantas poblaciones, los esqueletos de tantas ciudades florecientes en la edad de nuestros padres, y hoy en vísperas de perecer. ¿Qué causas funestas y contrarias a nuestra felicidad han influido tan vigorosamente sobre el aumento de nuestra especie, en esta porción de la América Meridional?
FUENTE:
DE CALDAS, José. 1803. Viaje a las costas del Océano Pacífico, por Malbucho, hecho en Julio / agosto 1803
https://pueblosoriginarios.com/textos/caldas/anales.html


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