MÚSICA INÉDITA EN MIRA


En esta tierra nuestra, en este Mira se han reunido, por efecto del paso del tiempo; los Caras, los Pastos, los Puendos. Luego los Incas, los ibéricos y africanos. Los que estuvieron aquí por siempre y los que llegaron y siguen llegando. Entonces, se fundieron en un solo crisol; el indio, el negro y el blanco, y, todos; unos más y otros menos tenemos esa sangre que nutre nuestra vida y nuestros cuerpos.
Todos estos pueblos aportaron con su propia cultura. Todos estos pueblos contribuyeron para que hoy tengamos un conjunto de conocimientos, habilidades, destrezas, formas de hablar, vivir, disfrutar, e incluso sufrir.
Esa riqueza recibida de tantas y tan variadas fuentes ha producido una particularidad, el mireño, o como decían nuestros viejos: “el genio mireño”.
Así mismo, en la música, una de las manifestaciones culturales importantes para la vida de los pueblos, se puede apreciar la mezcla, y, al final, la identidad o ese valor único que tiene la música en nuestro reducto geográfico, histórico y cultural que nos identifica.
En Mira, en un recorrido por el tiempo, se puede apreciar que han convivido; el silbo, las palabras de ánimo y de mando, tanto para los animales de la recua como para la yunta de bueyes, o el grito de loma a loma; todas estas manifestaciones tienen su encanto y musicalidad únicas. El canto, la música, en sus manifestaciones más simples, puras y de mucha variedad temática han echado raíces en nuestro pueblo.
También, han convivido, el churo, la flauta, el rondador, el pingullo, la ocarina, la zampoña, la quena, los pífanos, los tambores, chirimías, junto a la vihuela, guitarra, requinto, bandola, tiple, arpa y la bomba.
San juanes y San juanitos, tonadas, pasillos, yaravíes, fox incaicos, bombas, pasacalles, albazos, y otros ritmos, han sido interpretados con primor por bandas de soplo, bandas mochas, solistas, dúos, tríos, conjuntos, coros y orquestas.
La música tiene la particularidad de llevarnos y traernos a distintos lugares, de hacernos recordar, llorar o reír, de estremecer nuestro ser interior. Por ejemplo, el Chinchinal, produce un efecto especial en el mireño; la tonada de la quema del castillo, o la Bomba Manuel.
La música ha servido para acompañar a muertos y vivos. Apoyar en las guerras y combates del pasado. Animar las fiestas y las mingas; recibir a un visitante especial; para alagar el oído y el alma, de quién se ama; para bailar hasta el cansancio, descansar un ratico y seguir bailando.
La música ha servido para convivir, para comunicarnos, para sentirnos en común, para sentirnos juntos, como conocidos, vecinos, amigos, familia.
La música inédita, que tiene unos sinónimos muy preciosos; reciente, fresca, estrenada, nueva, virgen, original; esa música no conocida pero sentida por sus creadores, tarareada por ellos y quizá por los miembros de su entorno; querida, amada mejor, por sus autores, ahora sale, saltan sus sonidos y versos a nuestros oídos y se escucharan, aquí, allá y en el universo. Dejaran esa condición de secretas, si se quiere, para ser música de todos.
Esta música y otra que estará pendiente para que se conozca, merece que se la recupere, recopile, difunda, porque lo que no se conoce, en definitiva, no existe, y, lo que queremos es disfrutar colectivamente de las creaciones de nuestros artistas, que muchos de ellos, también estarán de anónimos, cuando deben estar reconocidos, para juntos, compartir y disfrutar de esta maravillosa manifestación cultural.
Mira, 23 de enero del 2016

Bayardo Ulloa Enríquez

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