BOTICA PARISIENSE DE IBARRA
Nos remontamos al año de 1900 y revisando el recetario de la botica Parisiense de Ibarra, propiedad del Dr. Alejandro Almeida Terán se aprecia la preocupación por la belleza cuando se tienen una gran cantidad de fórmulas para cuidar la apariencia física, así; agua florida, crema celestial, maravilla contra pecas, piel divina y muchas otras. La fórmula de “maravilla contra pecas”, contiene: “Cerato simple 32 g., Bicloruro de Mercurio 0,20 g., Borato de Soda 4 g., bálsamo de lancoa 2 g., y carmín en cantidad suficiente.
Así mismo, para diversidad de usos: gotas amargas. Bálsamo anodino, píldoras azules, pomada negra del Dr. Troya, azúcar anaranjado, caraña, agua carmelitana, espíritu de Silvio, píldoras de D. Luis, gotas infalibles. Las gotas para el dolor de muelas se elaboraban con base a la esencia de clavo de olor y cloroformo.
Los accesos palúdicos, muy frecuentes en nuestros valles, se controlaba con inyecciones de clorhidrato de quinina (8 partes) más uretano (4 partes) y agua destilada, en cantidad suficiente, para completar 20 cc.
Además, se preparaban las sodas refrescantes, ahora conocidas como gaseosas o colas, y, para ello, se procedía a mezclar los siguientes ingredientes: bicarbonato de soda 2 g., ácido tartárico 1.5 g., luego de mezclar y agitar se incluía 50 g. del jarabe de preferencia.
De Europa llegaban publicaciones que les permitía a los boticarios ponerse al día, así, por ejemplo; Formulaire de Michel Gilbert, Vocabulario de Medicina doméstica de Troya. El formulario Astier, la Guía Médica de Chernoviz. El método de Hidroterapia de Kneipp, y muchos otros, en los que las fórmulas no variaban, notablemente, a las que se realizaban en el país.
Todos los medicamentos eran preparados de inmediato dependiendo de la recete emitida por los pocos médicos de la época.
Ahora, estos “remedios” constituyen un vago recuerdo y hasta se van perdiendo del uso diario de las personas, los nombres de los menjurjes que tuvieron que tragar, untarse o inyectarse para tratar de salvar la vida.
A partir de 1900, se puede decir que, el adelanto tecnológico llegó y estaba en apogeo en nuestro país, pero comparado con lo que hoy sucede, si causa admiración.
En Ibarra atendían sus consultorios los médicos: Elías Almeida, Alfredo del Castillo, Luis Hierro, Rafael Miranda, José M. Ontaneda, Agustín Rosales, Rafael Suarez, Elías Vaca y Alejandro Villamar. Los farmacéuticos: Alejandro Almeida Terán y Tobías Mena (Farmacia Parisiense).
En Otavalo, Teófilo Espinoza (La Americana) y en Cotacachi, Eloy Moncayo (Botica Alemana).
En Esmeraldas, se registran los médicos; Luis Cella, Leónidas Drouet, Leonardo Palacios y Guillermo Ross.
En Tulcán los médicos; Ezequiel Burbano y Luis Salvador.
Mi padre, Medardo L. Ulloa, en la segunda década del nuevo siglo trabajó como farmacéutico en la Botica Parisiense, cuando era muy jovencito, luego de regresar de Tulcán, ciudad en la que dió inicio a la actividad que le apasionaba.
FUENTE: Copia de Formularios de la Botica Parisiense. Archivo Ulloa).
Fotografía de iStock, by Gotty Imges
Comentarios